ARGONÁUTICA / El sax y el puño

AutorJordi Soler

Para conmemorar los 25 años de la muerte de Julio Cortázar hay que releer, entre otras cosas, esta pieza jazzeada de Rayuela: "Satchmo cantaba 'Don't you play me cheap, because I look so meek' y Babs se retorcía en las rodillas de Ronald...el tema era lo bastante vulgar para permitirse libertades que Ronald no le hubiera consentido cuando Satchmo cantaba Yellow Dog Blues...". Aunque es verdad que el verdadero jazz está en su libro Las Armas Secretas, en el cuento El Perseguidor, donde un crítico de música asiste al milagro de oír como Johnny, un personaje que aunque es Charlie Parker, toca como Miles Davis, improvisa piezas maestras con su sax. Acerca de su pasión por el jazz, Cortázar dijo: "me enseña cierto swing que está en mi estilo e intento escribir mis cuentos un poco como el músico de Jazz enfrenta un take, con la misma espontaneidad de la improvisación". Y después, por si quedara duda, agregó esta sentencia lapidaria: "No tengo casi recuerdos sin jazz". Mario Vargas Llosa escribió un ensayo donde se ocupa de la naturaleza lúdica de Cortázar, un hombre que se mofaba de los escritores que "se ponen cuello y corbata para escribir" y que tenía en su casa de París una habitación misteriosa, que muy pocos conocían, donde se encerraba a jugar y a sacarle melodías de jazz a su trompeta. "Gracias a Rayuela aprendimos que escribir era una manera genial de divertirse", escribe Vargas Llosa. El jazz es un referente habitual entre los escritores, más habitual que la afición por el box, que también tenía Cortázar: "Me gustan los deportes donde se enfrentan dos individuos, como sucede en el tenis o en el boxeo. Son dos destinos que se juegan el uno contra el otro. En el futbol son once contra once, gana o pierde un equipo. La responsabilidad individual se diluye, todo se diluye; alguien pudo haber jugado muy bien o muy mal pero nunca tiene la plena responsabilidad del triunfo o de la derrota. En el boxeo eso no es posible. Allí un hombre vence...

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