'Los Aretes' (I)

Entre policías y mañosos los conocían como Los Aretes, aunque ese apodo no estaba tan popularizado para la demás gente, quienes los llamaban por su primer apellido: Los Arellano.

Su historia comienza a finales de la década de los 40, cuando Francisco Arellano Sánchez se estableció en Culiacán, Sinaloa, en donde conocería a la que sería su esposa: Alicia Isabel Félix Azueta, quien según diversas versiones es media hermana del capo Miguel Ángel Félix Gallardo.

El patriarca, para mantener a su familia compuesta por 10 hijos -Francisco Rafael, Isabel, Benjamín, Carlos, Eduardo, Alicia María, Enedina, Ramón, Fernando y Francisco Javier- tenía una mercería en la que también vendía contrabando y fayuca, según reportes policiales.

En algún momento y por razones que se desconocen, la familia se trasladó a Guadalajara.

El finado periodista Jesús Blancornelas, quien mejor documentó la historia de Los Aretes, cuenta en su libro El Cártel los Arellano Félix de la editorial Plaza & Janes, cómo fue la infancia de los hermanos en la Zona Metropolitana de Guadalajara.

En la obra el periodista describe que todos los hermanos andaban vestidos pulcramente.

Jugaban futbol en un parque en el cruce de las calles Ónix y Zafiro, en Residencial Victoria.

En su misma obra, Blancornelas afirma que vivían en la Avenida Faro, aunque también tenían otra casa en la calle Lechuga.

Ya de adultos, a principios de los ochenta, Benjamín se relacionó con Javier Caro Payán, miembro del Cártel de Guadalajara y con quien comenzó a trabajar como su secretario.

Incluso El Min siguió a su jefe cuando éste se dirigió a Tijuana.

En la ciudad fronteriza, Benjamín se encontró con su tío Jesús Labra Avilés, esposo de una hermana de su mamá.

Para ese entonces, Chuy Labra tenía años metido en la mafia de la frontera.

Poderoso y discreto, tenía muchos amigos en la plaza, entre ellos Ángel Gutiérrez, un promotor de box, quien introdujo a Ramón Arellano al karate, disciplina de la que se haría especialista.

Al ser detenido Miguel Ángel Félix Gallardo en abril de 1989, El Jefe de Jefes repartió el territorio entre sus asociados con la idea de que no se pelearan.

Originalmente, la plaza de Tijuana le habría correspondido a Caro Payán, pero éste se estaba ocultando de las autoridades. Por eso Chuy Labra y los Arellano fueron los beneficiarios; El Chapo recibió San Luis Río Colorado, Sonora; Rafael Aguilar Guajardo, Ciudad Juárez, Chihuahua y Nuevo Laredo, Tamaulipas; Héctor El Güero Palma...

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