Aquí alimentan a menores con algo más que comida

AutorJessica Castañeda

Ante la luz roja de un semáforo, las miradas de los conductores se pierden en el tablero, en la bolsa, en el retrovisor, pero no la de Flor Esthela Ruiz.

La de ella se detuvo cierto día en la de otro ser humano. Un niño que seguramente tenía hambre y que había estado todo el día trabajando en ese crucero sin ir a la escuela y sin jugar.

"Cuando los miré a los ojos fue como si Dios me preguntara '¿qué miras?' ", recordó la mujer.

"Vi hambre, pero no sólo de pan, sino de amor, cariño. Es como si ellos estuvieran gritando en silencio".

Fue desde ese día que pensó una y mil formas de poder ayudarlos, pero ninguna le resultaba satisfactoria hasta que vio que además esos pequeños que sorteaban autos y limpiaban vidrios necesitaban ser reconocidos y sus derechos humanos respetados.

Entonces supo que una moneda no iba a cambiar su situación ni a hacerlos felices.

Después de mucho pensar en qué hacer que cambiara sus destinos, se decidió y juntó a un grupo de amigas para ofrecerles primero alimento a los pequeños que trabajaban en la calle Central y Fidel Velázquez.

Las mujeres aprovecharon ese ratito con los niños para platicarles acerca de valores como la honestidad, el respeto, la responsabilidad, así que al tiempo que comían, entre claxonazos y autos pasando, escuchaban las pláticas.

Así nació Mejor Una Vida a Tiempo, asociación dedicada a trabajar con niños de la calle para intentar transformar sus vidas en riesgo hoy para cambiar sus expectativas del mañana.

Al principio fueron 12 chiquitos, hoy miles de niños y sus familias son beneficiados diariamente por la labor de MUVAT, cuyas actividades iniciaron formalmente en 1997. Al año siguiente se constituyó como asociación civil.

Actualmente, además del comedor, se fomentan los valores universales, se ofrecen talleres para madres de familia, se les apoya con despensa y se facilitan asesorías escolares.

La calle ofrece demasiados riesgos, dice Ruiz.

"Las áreas marginadas son la matriz donde están incubándose los niños que ahorita son víctimas y que al rato son victimarios porque es un círculo continuo, es lo que estamos tratando de hacer".

Una labor que se proyecta

Primero, Ruiz trabajó con lo que había en su despensa y lo que algunas voluntarias donaban, pero cuando la docena de chiquillos fue creciendo, tuvo que pedir ayuda.

Y la encontró en una empresa de supermercados y en otros donantes particulares e instancias que ofrecieron víveres para los niños, como pan, verduras y alimentos enlatados.

...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR