'Me tengo que apurar'

AutorErika P. Bucio

Texto Erika P. Bucio / Foto Héctor García

Elena Poniatowska tecleaba hasta los domingos en su Olivetti Lettera 22 y corría a entregar cuatro hojitas al diario Novedades, ahora que bordea los 90 años la escritora sigue laboriosa en una carrera contra el tiempo convencida de que morirá a los 92 años como su madre Paula Amor.

En su sillón amarillo, sentada de espaldas al jardín de su casa en Chimalistac, no tarda en unírsele la arisca gata Váis, desde la pandemia ya no está Monsi, la otra mitad de Monsiváis: "Yo me metí en la cabeza que voy a cumplir 90 años ahora en mayo y ya me quedan dos, me tengo que apurar para dejar orden".

Poniatowska no teme hablar de la muerte. Los cementerios son sus amigos. "El de San Joaquín me aguarda tatemándose al sol" escribe sin tapujos. Ahí descansan sus padres y su hermano Jan.

Apunta a una cortina blanca que no suele estar en la sala que la separa de un cúmulo de cajas por acomodar. Las paredes están tapizadas de estantes de libros y las fotografías familiares de sus tres hijos Emmanuel (Mane), Felipe y Paula y de sus 10 nietos desplegadas en una mesa a la entrada de la casa obligan a desviar la mirada a quien cruza el jardín para ser recibida por la escritora.

El orden que persigue la escritora implica asegurarse de que la fundación que lleva su nombre sea útil para los jóvenes y vecinos de la Colonia Escandón.

Tanto se acostumbró a oír otras voces, sobre todo las trágicas, que ya ni su voz oye, confiesa en las páginas de la segunda entrega de El amante polaco (Seix Barral), el cierre de la historia del último rey de Polonia, Stanislaw Poniatowski, su ilustre antepasado, que se entreteje con la propia biografía de la Premio Cervantes 2013.

Desde que comenzó con la escritura de El amante polaco, advirtió que su propia vida ocuparía muchas menos páginas que la historia del monarca a quien la emperatriz rusa Catalina la Grande impuso en el trono.

En la primera entrega reveló, con autorización de su hijo Mane, las circunstancias de su nacimiento, cuyo padre biológico fue el escritor Juan José Arreola, a quien Poniatowska nunca cita por su nombre en la novela sino solo se refiere a él como el Maestro. La revelación provocó la respuesta de la familia del escritor.

En esta segunda entrega, la escritora entreteje pasajes de su vida personal con su labor como periodista y escritora, pero parecería que se cuidó más al escribir sobre sí misma.

"La vida te avasalla, yo ya tengo mucha tendencia a preguntar a los demás...

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