La Apología del Abogado

LA APOLOGIA DEL ABOGADO
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Por Su Santidad El Papa Pablo VI

Ofrecemos a continuación, una traducción del discurso en francés dirigido por S. S. el Papa Paulo VI, a los miembros del Consejo de la Unión Internacional de Abogados que lo visitaron en Roma, el 14 de mayo del año en curso.El Consejo Directivo de la Barra Mexicana estima que por el carácter internacional y la autoridad moral de su autor, y por el importante juicio que emite sobre el ejercicio Profesional del abogado, debe ser conocido por todos los señores Barristas.
"Señores miembros del Consejo de la Unión Internacional de Abogados. Bienvenidos a Nuestra Mansión: Reunidos en Roma para la aprobación de los nuevos Estatutos de vuestra Unión, antes de la celebración de vuestro Congreso en el próximo septiembre, habéis manifestado el deseo de venir a presentarnos personalmente vuestro homenaje. Os recibimos con tanta mayor satisfacción cuanto que la hermosa profesión que vosotros representais en estos momentos es una de las que la Iglesia considera con mayor respeto y estima. La Iglesia ve ante todo en el abogado al hombre que ha dedicado su vida a asistir a aquellos que no están en condiciones de defenderse por sí mismos. Como el maestro asiste al alumno y le abre los caminos de la cultura, como el médico asiste y cuida al enfermo en sus enfermedades corporales, así el abogado asiste al cliente que tiene necesidad de que le guíen, aconsejen y defiendan en el laberinto de las relaciones humanas. Esta sola finalidad, bien comprendida y bien practicada, sería suficiente para constituir un mérito singular digno de ser inscrito en el activo de vuestra profesión, porque esta vuestra profesión se halla elevada a la dignidad de un servicio, de un auténtico y real ministerio de caridad y todo esto es verdad en principio, cualquiera puede comprobar que también se verifica en la práctica por lo menos en la mayoría de los casos. El abogado asiste, aconseja, defiende. Pero para poder hacerlo necesita conocer. Y en esto se manifiesta el otro aspecto de su personalidad, es decir, el abogado es un hombre que busca la verdad. Verdad de los hechos, para apoyar su defensa sobre un terreno firme; verdad de las leyes, que su conciencia profesional le presenta como un deber el poseerlas a la perfección; verdad de las almas, sobre todo, de quienes él recibe con frecuencia los más íntimos secretos. Tal vez nadie, fuera del sacerdote, conoce mejor que él la vida humana bajo sus más variados, dramáticos...

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