Andrés Oppenheimer / Memo a Colin Powell

AutorAndrés Oppenheimer

"Estimado Secretario Powell:

Ante todo, lo felicito por haber aceptado hacer un discurso ante el Consejo de las Américas. Será el primer discurso del Gobierno de Estados Unidos sobre América Latina después de la guerra de Iraq, y será una buena oportunidad para empezar a cicatrizar heridas con la región.

La guerra con Iraq ha dañado nuestras relaciones con los principales países de la región, incluyendo México, Brasil, Argentina y Chile. Lo que es más, ha dañado mucho nuestra imagen. América Latina no ha visto una ola de sentimientos antiestadounidenses como la actual desde la década de los 70.

Las encuestas muestran que más de un 80 por ciento de los latinoamericanos estaban en contra de la guerra. Para darle una idea, algunos columnistas políticos hablan del "genocidio de Estados Unidos en Iraq". Nuestra Embajada ha tratado de explicar que hubo menos civiles muertos en la guerra de Iraq (mil 250, según la televisión oficial del derrocado régimen iraquí) que gente que murió en accidentes de tránsito durante la Semana Santa en América Latina, pero no hemos tenido mucho éxito.

Los medios latinoamericanos se refieren a nosotros como "El Imperio", y algunos hasta han comparado a George W. Bush con Hitler. Nuevamente, nuestra Embajada ha tratado de explicar que el Presidente Bush tendrá que someterse a elecciones libres en noviembre del año próximo, y que tenemos una oposición fuerte en nuestro país, pero pocos periodistas parecen tener en cuenta estos detalles.

¿Qué hacer para enfrentar la ola antiestadounidense?

- Primero, debemos reafirmar categóricamente que continuamos comprometidos con la defensa de la democracia y los derechos humanos. Muchos latinoamericanos están convencidos de que invadimos Iraq por el petróleo, y que nuestro compromiso con la democracia en América Latina durante las últimas dos décadas fue un paréntesis pasajero en una larga historia de intervenciones militares.

Sería sumamente oportuno hacer un "mea culpa" público sobre nuestra ayuda a algunos dictadores latinoamericanos antes de la era de Jimmy Carter. Usted ha dado un buen paso al declarar recientemente que el confuso rol de Estados Unidos en el golpe militar de Chile en 1973 "no forma parte de la historia de Estados Unidos de la que podamos estar orgullosos". Sería bueno extender esa declaración a nuestras intervenciones en Guatemala (1954) y República Dominicana (1965).

Al mismo tiempo, deberíamos recordar a los latinoamericanos que, desde 1976, hemos tendido...

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