Andrés Fábregas Puig/ La ronda del poder

AutorAndrés Fábregas Puig

En los tiempos que vivimos vienen a la memoria los planteamientos de Pareto, Ortega y Gasset y Luis González acerca de las rondas del poder. Pareto, el sociólogo italiano hoy considerado un clásico, llamó a esa ronda "la circulación de las élites", mientras Ortega y Gasset habló del papel clave de las generaciones en el cambio social, y Luis González, maestro por excelencia de la historia mexicana, planteó la ronda de esas generaciones como una referencia inevitable para explicarnos la sucesión del poder en nuestro País. Conservando la terminología, bien podemos hablar de una ronda de las élites como expresión de los cambios por los que el País ha pasado y por los que actualmente atraviesa. La importancia de entender estas diversas sucesiones radica en los proyectos de Nación que portan, incluyendo aquél que ya no ve en ésta última la unidad integradora de los mexicanos. Además, en un contexto de centralización extrema como el que vivimos en México, la sucesión del poder afecta hasta el último rincón de nuestra geografía, y Jalisco, por supuesto, no es la excepción.

Para entender el papel de las élites en la actual situación mexicana nos remontaremos al cambio provocado en 1910. Al triunfo de la revolución armada y posterior consolidación de su Gobierno, la élite del poder que sucedió al porfiriato y sus científicos provenía del liderazgo de la lucha armada misma: Carranza, Obregón, Calles y Cárdenas fueron las cabezas visibles de una élite que correspondía a un momento determinado de México: el triunfo de la Revolución y la exigencia de reconstrucción del País. Surgió así la "familia revolucionaria", un círculo íntimo de poder que decidió el destino del País. ¿Qué País era ése?

Había en 1895 un total de 12 millones 698 mil 330 habitantes, de los cuales el 1.4 por ciento correspondía a la clase alta, concentrada además en el campo. La clase media llegaba a casi un millón, es decir, el 7.8 por ciento de la población y también se concentraba en el medio rural. El resto de la población, la clase baja, era campesina: 76.7 por ciento del total de mexicanos de aquella época. Esta era la situación al momento del estallido armado de 1910. La élite del poder resultante se conformó en el desarrollo de la lucha misma. De los Gobiernos emanados de esa "familia revolucionaria", nacionalista y mestiza, el del General Lázaro Cárdenas representa el final. El punto de inflexión llega inmediatamente con Avila Camacho, cuyo periodo prepara el cambio de élite...

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