Andrés Clariond Rangel / Tacos y tacones

AutorAndrés Clariond Rangel

El Mundial de Futbol en Rusia vino a cortar la monotonía de las campañas políticas en México.

La gente prefiere corear al Chicharito que chutarse el "seré peje, pero no lagarto", "yo mero" o "la PGR la trae contra mí".

La frase de Javier Hernández de "imaginemos cosas chingonas" o su imagen llorando mientras corea el himno nacional conmueven al triple que los dichos estudiados y aprendidos de los contendientes por la Presidencia.

Javier es un mexicano exitoso que vive fuera de su país. Como muchos otros connacionales, de múltiples profesiones, al llegar a un cierto nivel de éxito emigró.

Es una tristeza que tantos triunfadores tengan que salir de México por falta de oportunidades o porque es insostenible desarrollarse en una nación con un nivel de inseguridad representado por casi tres Estadios Azteca llenos de ejecutados en dos sexenios.

Los mexicanos exitosos en el exterior, en muchas ocasiones, evitan visitar su tierra y hacen su vida en el lugar primermundista que les dio lo que su país de origen les negó.

Se desconectan de la cruenta realidad de México, salvo en lo referente al futbol, esa conexión no la pierden, al contrario, se les refuerza en el exilio.

En esta época, Twitter se rebosa de compatriotas, dentro y fuera del país, que encuentran en el balompié un remanso a la violencia, políticos corruptos y el torrente de noticias desalentadoras. Los triunfos de la Selección Mexicana se convierten en pequeños actos de desagravio para una nación con una pésima fama en el mundo.

Además de lo que significa para la salud, el esparcimiento y la práctica del trabajo en equipo, los beneficios del futbol son variados, aunque también es importante señalar sus perversiones.

En este país desde niños a los hombres se nos inculca la necesidad de jugar soccer y hacerlo bien. A quienes somos papás, nos toma algunas pláticas con nuestros hijos hacerles entender que hay cosas más importantes que pegarle a un balón y que el reinado del crack del colegio no será eterno.

Las conversaciones entre los niños mexicanos, y a veces los adultos, giran preponderantemente sobre el futbol, especialmente acerca de la Liga mexicana y cuando no ha empezado la temporada nacional sobre la Champions o la Libertadores.

Es enorme el lugar que abarca el balompié en la cultura en México dejando poco espacio para otros intereses. Sin embargo, eso no es lo más grave del asunto: al futbol en el mundo y en particular en nuestro país lo acompaña un halo misógino y homofóbico.

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