Andrés Clariond Rangel / Mexicanos al grito de Miley

AutorAndrés Clariond Rangel

Bandera, bandera de México, legado de nuest... I'm in the club high off purp... Te prometemos ser siemp... tatted up, mini skirt with my J's... que hacen de nuestra pat... drinking out the bottle, I got no resp... la nación independiente, humana y gen... looking like a model, you just got a check.

La popular lengua viperina de Miley Cyrus ondeó en su máxima expresión el martes 16 de septiembre en Monterrey.

La asistencia a su concierto fue un éxito, los regiomontanos buscaron hacer algo diferente esa noche. La anterior habían estado en un acontecimiento de extrema seriedad, con un prohombre formal, padre de familia y estadista sin igual, Rodrigo Medina, cuya voz de trueno retumbó en la oscuridad del 15 de septiembre (¡Viva Zapata! ¡Viva Villa! ¡Viva don Humberto Medina Ainslie!).

Es entendible que la gente optara al día siguiente por un evento opuesto, Medina estaba abotonado hasta el cuello y en ningún momento mostró algo de carne, en cambio se esperaba que Miley dejara poco a la imaginación.

Haciendo honor a su nombre de pila, Destiny Hope (Destino Esperanza), la joven de Nashville intentó traer ánimos a una sociedad mexicana golpeada en lo material por un huracán y en lo sentimental por sus políticos.

Le fallaron las formas. Pensó que sus contoneos y atrevidas poses serían bien recibidas, pero no fue así.

Probablemente a su llegada a la Ciudad no vio los miles de panorámicos de la Senadora Cristina Díaz, porque de haberlo hecho se habría dado cuenta de que ésta es tierra de grandes mujeres en traje sastre, no en calzones.

El show de Miley ya iba por mal camino con tan diminuto vestuario cuando siendo muchos parió la abuela: a Cyrus le frotaron el trasero con la bandera de México.

Sorpresivamente, de entre los numerosos compatriotas en el concierto no apareció ningún Juan Escutia que defendiera el lábaro patrio de la ofensa enemiga yanqui.

Las consecuencias surgieron a posteriori, cuando muchas opiniones se unieron en contra de la cantante: comentaristas, moralinos con odios previos hacia la atrevida actriz, nacionalistas empedernidos y políticos de diversos partidos pusieron el grito patriótico en el cielo.

Rauda y veloz, la Segob aplicó un castigo ejemplar a la Masiosare estadounidense. El patio trasero salió respondón.

Los damnificados por la travesura de Cyrus fueron varios: los empresarios que la trajeron, la misma artista con esa multona equivalente a unos zapatos marca Louboutin, los espectadores de los siguientes conciertos...

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