Anatomía de una sexoservidora

AutorOsiel González

La luna en boga, altiva, soberbia, por un resquicio de la ventana de la habitación del motel se asoma, vigilante. Son las 11 de la noche, la hora de los besos, de las caricias. Es un deseo artificial, sin intimidad, sin amor. Para ella es un proceso.

Una mecánica del mercado: un cuerpo por dinero. Y cual buen mercado, hay que pagar y recibir, conceder y exigir. Es la anatomía de una prostituta de Internet, los servicios de escorts -damas de compañía- en Guadalajara que se "ofrecen" en páginas web.

En la habitación del motel, con un cama matrimonial sin base ni cabecera y con unas sábanas percudidas, surgen, brillantes por la pantalla del celular, las páginas por las que puedes solicitar un servicio... basta escribir "escorts gdl" en el buscador de Google. En cualquiera de esos sitios se "publicitan" las mujeres que están dispuestas a ir ya sea a tu domicilio o al motel u hotel donde estés instalado. Basta con escoger la que tenga las fotografías más atractivas -donde se muestre todo su cuerpo- y la descripción más llamativa -en la que especifique que puedes hacer lo que quieras- de entre miles de "anuncios". Es la oferta del amor.

Josefa, nombre falso, fue la que llegó a la habitación. De complexión robusta, ataviada con un vestido negro, corto y muy justo. De 39 años, es madre de tres hijos. Tocó a la puerta y, en un suspiro, en un crujido de sus tacones altísimos tras dar un paso firme, cruzó el umbral del cuarto. Sin perder tiempo, comenzó el servicio. "¿Me pagas, corazón?".

Pese a que en el Reglamento de Policía y Buen Gobierno de Guadalajara se identifica como sanción el "demandar en forma ostensible o fehaciente, servicios de carácter sexual en la vía pública", Josefa publica sus "anuncios" sin contratiempos.

"Entonces quedamos en 2 mil 200, ¿cierto? Te faltarían 200 para mi taxi, amor". Ese taxi o Uber es el hombre que las acompaña y las deja en el lugar de la "cita". Sin embargo, esos 200 pesos extra no fueron acordados previo -que se hace por WhatsApp y que en máximo 10 minutos queda agendada-, por lo que el encuentro comienza con fricciones.

"¿Me haces el favor de llamar y pedir preservativos?", exclamó, ya visiblemente molesta y tratando de apresurar al tiempo.

Pero si sólo se busca platicar, o conocerse más, ahí comienzan los problemas.

"¿Te vas a poner difícil? ¿Quieres que le hable al que viene conmigo?", retumbó su voz en la habitación.

El reloj digital, sin claudicar, marcaba 11:20, 11:25, 11:30... Al final, después de promesas corrientes y tras guardar celular, libreta y pluma, Josefa accedió a cumplir con el tiempo acordado. En esta noche convulsa se le pagaría por platicar y acompañar a un solitario.

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