Analizan derroteros teatrales

AutorJulieta Riveroll

La dramaturgia y la actuación contemporáneas están más cerca del estado de trance por su exposición a una gran diversidad de lenguajes y mundos, aunque la escritura tiene mayor proximidad con la locura, opinó el chileno Marco Antonio de la Parra (1952).

El autor puede ser una caja de resonancias de su momento histórico y de sus propios anhelos, puede emplear los recursos del idioma con mayor libertad, pero también debe conocer los lenguajes audiovisuales. Ese cruce de caminos lo coloca en el trance, según el dramaturgo, novelista y psiquiatra.

"Es la entrega al caos para producir un cosmos, para armar una propuesta más abierta", comentó el especialista tras la conferencia Para una nueva dramaturgia, que ofreció en el Aula Magna del Centro Nacional de las Artes la noche del miércoles.

En la actualidad, la escritura escénica puede sustentarse en un disparate o en un tema periodístico, retratar a un sujeto tan patético como un Hamlet no horrorizado o tomar los sueños como patrón narrativo, con toda su confusión y su carga visual, indicó.

La dramaturgia contemporánea acepta más la fragmentación, que una obra se corrija a sí misma cuando en ella hay lugar para finales alternativos o que un espectáculo se base en una palabra capaz de sintetizar variadas imágenes.

El actor recibe un texto más abierto y por lo tanto tiene un papel más activo porque en lugar de limitarse a repetir frases y diálogos debe encontrar soluciones, está sujeto a un mayor riesgo emocional y obligado a trabajar con más intensidad su cuerpo, añadió.

La estructura narrativa sigue siendo útil, dijo, porque la finalidad es escribir para que algo suceda, incluso cuando el...

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