Ana María Salazar/ Susurran en AL tambores militares

AutorAna María Salazar

Las democracias que hasta hace poco alardeaban de sus victorias en el hemisferio, se ven ahora amenazadas por dos acérrimos enemigos que han golpeado al continente: la recesión globalizada y la inseguridad.

Desde el año pasado, una encuesta anual publicada por la reconocida revista The Economist subrayaba cómo se ha incrementado peligrosamente en Latinoamérica el desencanto de sus habitantes con la democracia.

De hecho, ha aumentado el apoyo a posibles Gobiernos liderados por dictadores. Esto se debe a que los regímenes democráticos no han podido defender a sus ciudadanos ante deterioros económicos, así como a la inseguridad que se desborda en el continente.

Por esta razón no era de extrañarse que estuvieran al borde de la ruptura las negociaciones de paz en Colombia.

Desde que el Gobierno colombiano cedió 42 mil kilómetros cuadrados desmilitarizados a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia para negociar la paz, ésta ha fortalecido sus nexos con el narcotráfico e incrementado los secuestros y la extorsión, lo que le ha permitido acumular una fortuna que se traduce en una capacidad bélica que compite con el mismo Estado colombiano.

Durante los últimos tres años se incrementaron exponencialmente los ataques a la población y los asesinatos por parte de las FARC. Después de tres años de "negociar la paz" inverosímilmente, Colombia se encuentra peor que nunca.

La intención del Presidente de Colombia, Andrés Pastrana, de retirarse de la mesa de negociaciones fue el resultado de enfrentar el error casi imperdonable de ceder a una supuesta negociación, sin un cese inmediato de hostilidades a la población civil.

¿Qué empujó a la guerrilla a volver a la mesa de negociación? No fue la extraordinaria mediación por parte del representante de Naciones Unidas y de los diplomáticos de varios países que incentivó a la guerrilla.

Fue el hecho de que 12 mil soldados, respaldados por helicópteros, y tanques ligeros rodeaban el área y estaban preparados para retomar la zona desmilitarizada lo que hizo cambiar de parecer a la guerrilla para regresar a la mesa de negociaciones.

Hay diferentes incentivos para negociar. El fortalecimiento que ha hecho el Gobierno colombiano de las Fuerzas Armadas a través de los años, es uno de ellos.

Es esencial para cualquier democracia tener unas Fuerzas Armadas y aparatos de seguridad capaces de enfrentar las amenazas contra la existencia del Estado, como son los grupos armados y el crimen organizado.

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