Ana María Salazar/ Tiene el mundo nueva agenda

AutorAna María Salazar

¿Qué le pasó al nuevo orden mundial? ¿Cómo fue posible que George Bush y Francis Fukuyama pudieran fallar en sus predicciones sobre el futuro de las relaciones internacionales y la seguridad mundial? ¿Por qué fuimos tan inocentes al creer que habría paz mundial? Según Richard Kugler, la respuesta a estas preguntas empieza con aclarar un sinnúmero de suposiciones erróneas.

Parte del problema con el concepto del nuevo orden mundial era el de ignorar las lecciones de historia. Cada gran guerra del Siglo 20 ha sido seguida inmediatamente por un periodo de optimismo extremo. Los que hicieron la paz en Versalles, en 1919, visualizaron un mundo gobernado por un acuerdo de seguridad colectiva referido como la Liga de las Naciones, que pudiera detener la agresión en un momento dado.

Se creía que la guerra era el resultado de que los estados no tuvieran un foro público para discutir abiertamente y resolver conflictos; al permitir que los líderes negociaran, la Liga de las Naciones ayudaría a los estados a evitar los conflictos armados.

Mas la Liga de las Naciones no mantendría la paz. Lo que no anticiparon los pacificadores cuando establecieron la organización internacional es que, si todos los estados manifestaban su desacuerdo con las resoluciones de la organización internacional, ellos podían simplemente ignorarlos, tal como lo hicieron Alemania y Japón en los años 30. Así, el primer intento de crear el nuevo orden mundial resultó en la Segunda Guerra Mundial.

Los pacificadores surgidos de la Segunda Guerra Mundial también trataron de crear el "nuevo orden mundial". Particularmente Roosevelt, Churchill y Truman creían que el fundamento para la paz y la estabilidad era el crecimiento económico y la interdependencia. El sistema económico de Bretton Woods, el Plan Marshall para ayudar a la reconstrucción de Europa, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional fueron todos instrumentos designados para mantener la estabilidad y asegurar la paz.

El plan sonaba bien, excepto por un gran problema: la Unión Soviética y su falta de disposición de aceptar este segundo "nuevo orden mundial". Las diferencias entre los sistemas políticos y económicos, así como en sus intereses geoestratégicos, significaba que Estados Unidos y Rusia no podían ampliar su cooperación una vez destruida la Alemania nazi.

El nuevo orden mundial de Bush es el tercero en serie. Sin embargo, si las tendencias históricas sirven como guía para el futuro, el panorama no es tan positivo y explicaría por qué la euforia de 1989 ha sido remplazada por el pesimismo de 2002.

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