Ana María Salazar/ Inocencia Perdida

AutorAna María Salazar

La sensación de seguridad y prosperidad que, en su momento, permitió que los estadounidenses se descuidaran del entorno mundial, se derrumbó. Despertaron en un mundo peligroso e inseguro.

Todos observamos atónitos lo vulnerable que es Estados Unidos ante el ingenio diabólico de un grupo terrorista anónimo. Seamos claros, a los expertos en este tema no nos sorprende que este ataque terrorista sucediera. Lo sorprendente es que no hubiera ocurrido antes.

Ser terrorista requiere relativamente pocos recursos, en comparación con los gastos de defensa de un país como Estados Unidos. El arma principal de los terroristas la conforman individuos dispuestos a matar inocentes y a morir ellos mismos por su causa. Y no hay dinero, tecnología, ni recursos en el mundo que puedan proteger con absoluta seguridad a un país de este tipo de ataques.

La estrategia estadounidense de seguridad nacional, en cierta forma, anticipó este escenario trágico. Y esto es tan cierto que, en el momento en el cual el Gobierno comprendió la magnitud de lo que enfrentaba, las autoridades cerraron los aeropuertos, las fronteras, pusieron en alerta máxima a las Fuerzas Armadas, iniciaron la evacuación de los principales edificios de un país en el que viven más de 280 millones de personas. Y, aunque los terroristas atacaron los centros neurálgicos de las finanzas y de la seguridad nacional, como país pudo mantener el orden y la gobernabilidad.

El arma más poderosa que tiene Estados Unidos para prevenir futuros ataques terroristas va a ser su capacidad de reacción ante grupos como el que ayer perpetró el ataque más mortal registrado en la historia de este país. El costo de perpetuar un acto...

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