Amores Secretos / La diva y el genio

AutorGuadalupe Loaeza

La historia de amor de esta semana transcurrió a lo largo de tres años, de 1940 a 1943. Fue apasionada, vital y llena de magia y, aunque comenzó siendo secreta, con los años se ha vuelto una de las historias más legendarias del siglo XX.

Él la admiraba desde que tenía 17 años, y estaba convencido de que algún día se encontraría con ella y la enamoraría. Ella era 12 años mayor que él, pero tenía literalmente al mundo a sus pies, admirándola por todos los lugares en donde se paraba. Él se llamaba Orson Welles y ella, Dolores del Río.

Se conocieron en 1939, en una fiesta en casa de Jack Warner, el famoso productor de cine. Welles se maravilló de tener frente a sus ojos a la mujer que más lo había impresionado cuando la vio, de muy joven, en la película Ave del paraíso, de 1932. Desde entonces no había hecho más que esperar el momento de conocerla. Finalmente, ese día había llegado. Cuando la vio nadando en la piscina del productor Darryl F. Zanuck, al día siguiente, no perdió un momento, y se metió a la misma piscina para poder hablar con ella. Qué importaba que los dos fueran casados. Welles estaba acostumbrado a hacer lo que le daba la gana, especialmente si estaba frente a la mujer que estaba esperando desde hacía muchos años. No se esperó a que pasara más tiempo, decidió halagarla, confesarse con ella, contarle su vida, pero sobre todo, decirle desde el primero momento: "Te amo con pasión y siempre supe que seríamos amantes". Naturalmente, Dolores quedó muy impresionada con ese joven tan precoz y tan decidido.

Quizá Orson Welles no sabía que, por entonces, Dolores vivía el final de su carrera en Hollywood debido a que el público estaba perdiendo el interés por los actores latinos. Sin embargo, cuando lo supo, se decidió a tratar de hacer algo por su amada. Lo que no se imaginaba era que ahora vendría una etapa también muy difícil para él, pues por entonces comenzaría a filmar su obra maestra, El ciudadano Kane, la cual le traería problemas con el empresario William Randolph Hearst, a quien criticaba explícitamente en la película. Así que aunque quiso ayudar a Dolores para enderezar su carrera, él mismo estaba siendo boicoteado por Hearst. Por esos días, Dolores recibió la visita de uno de sus grandes amigos, el escritor Salvador Novo, quien había llegado a California manejando su coche. Leamos un fragmento de una carta que este espléndido poeta le enviara a su madre, en agosto de 1940: "Fuimos a otra casa de Dolores en Bel Air, y hoy a las...

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