Ella, del amor y del canto

AutorErika P. Bucio

Apareció en el escenario de La Fuente con un vestido oscuro, pañoleta verde, collar y aretes de perlas. Era el debut en México de Ella Fitzgerald.

De figura gruesa, micrófono en mano, paseó su señorío por todo el escenario, publicó Excélsior, en tanto que Jimmy Jones, al piano, conducía a la orquesta de Pío Tovar "en formidables arreglos.

Su llegada era esperada. "La cancionista Ella Fitzgerald llegará esta tarde a la capital, anunció el diario.

Por muchos años, se había intentado traerla. Y por fin, Eduardo Alcaraz la firmaba para una temporada del 7 al 17 de octubre de 1966 en La Fuente, centro nocturno ya extinto en Insurgentes 890, con dos shows: 11:30 de la noche y 2 de la mañana.

"Era un figurón, recuerda Alberto Zuckermann. "Cantó los standards y algo de Porgy and Bess. El pianista se llevó a casa el autógrafo de Fitzgerald en el disco Ella in Hamburg, grabado en marzo de 1965, en Alemania.

Zuckermann, de casi 20 años, logró entrar al camerino. Estaba lleno. Venía acompañada de Ed Thigpen, quien había dejado en 1965 el trío de Oscar Peterson y la acompañaría en sus giras de 1968 hasta 1972.

Fitzgerald no creía ser la inventora de un nuevo estilo. Simplemente cantaba. "El jazz me hace falta, pero me obliga a trabajar más, decía quien mañana hubiera cumplido 100 años.

Después de La Fuente, volvería en 1967, esta vez a El Patio, en Atenas 9, que promocionaba el regreso de la "Incomparable Reina del Jazz con su conjunto, The Carson Trio, del 24 de noviembre al 9 de diciembre. Y habría una tercera vez, en un estadio de beisbol en Guanajuato, invitada al Cervantino de 1979, que ese año también trajo a Mstislav Rostropovic con la Sinfónica de Washing-ton, al guitarrista español Narciso Yepes y, casi, a Leonard Bernstein, quien al final canceló por "complicaciones estomacales.

Fitzgerald, de 62 años, tuvo en aquella ocasión una llegada accidentada. Nadie le advirtió sobre las casi cinco horas de camino entre la Ciudad de México y Guanajuato. Llegó más tarde de lo previsto. "Frente a nosotros, envuelta en enorme caftán de dibujos café y blancos. Atrás de los gruesos lentes, sus ojos se entrecerraban. Las manos inquietas no dejaban de moverse: iban del cabello a la cadenita, a la cruz que pende sobre su pecho, la describió la reportera de unomás-uno Nadia Piemonte, quien la entrevistaría.

"¿Qué recuerdos tiene de las viejas generaciones de jazzistas, de aquellos famosos nombres, de Sarah...?. "Que...

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