Amistad entre genios

AutorVéronique Dumas

Nacidos ambos en 1802, ambos hijos de generales del Imperio, Alexandre Dumas y Victor Hugo empezaron sus carreras literarias en la misma época. Y con una ambición similar. Ya en 1816 Hugo escribió: "Quiero ser Chateaubriand o nada". Dumas sueña con conquistar París. Un primer éxito teatral le hace ganar notoriedad en 1829. Se trata de un drama histórico y romántico, el primero del género, Henri III et sa cour. Hugo y Dumas se conocieron el día del estreno. Una amistad compleja, impregnada de afecto y rivalidad, nació entre ellos, sobre un fondo de revolución literaria y política.

Hasta su muerte, Dumas admirará sin reserva a su ilustre contemporáneo. Hugo siente afecto y desagrado a la vez por ese personaje extravagante y excesivo, de desbordante verborrea. A veces su propio genio literario se resiente a causa de los deslumbrantes triunfos literarios de Dumas. Henri III et sa cour con gran acompañamiento de vestuario y de rebondissements espectaculares acaba de deslumbrar al yugo del teatro clásico, anunciando la tempestad romántica.

Su éxito es tal que Victor Hugo se da prisa para concluir la redacción de Hernani. La obra se representa el 25 de febrero de 1830 en la Comédie Franìaise, en un estreno memorable, calificado como una "batalla". Una emboscada organizada por la censura amenaza la representación. Hugo rechaza el respaldo demasiado aleatorio de los aplaudidores profesionales y prefiere rodearse de sus aliados. Téophile Gautier, Gérard de Nerval, Vigny, Arago, Berlioz y Dumas, por citar sólo algunos de los jóvenes románticos destacados, llamados también los "Jeunes France", quienes más que respaldar una obra, profesan una fe.

El lado subversivo del movimiento romántico inquieta, con razón, al gobierno de Charles X. "El liberalismo literario prepara al liberalismo político", como lo escribe Hugo en el prefacio. Las dos figuras principales del teatro romántico, Dumas y Hugo, luchan brazo a brazo para imponerle los principios iconoclastas. Pero esta sagrada unión frente al enemigo común, el clasicismo y su corolario el conservadurismo político, se tiñe de inmediato de una competencia más o menos agresiva cuando se trata de los éxitos de uno u otro. Hugo se convierte en la cabeza del romanticismo y quiere permacer como tal. Un día que se encontró a Dumas, Victor Hugo le espeta: "¡Vigny exagera, pretende haber inventado el drama romántico!". A lo que Dumas responde: "¡Qué caradura, si todo el mundo sabe que lo inventé yo!".

Ese mismo año...

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