América, a lo “Tuca”, apaga el “volcán”

Héctor A. Morales, enviado

MONTERREY, NL., abril 21 (EL UNIVERSAL).- América ve el amanecer. Se encuentra con el sol naciente de Japón a 90 minutos de distancia. Acaricia ese boleto de regreso al Mundial de Clubes, lo huele, lo sabe suyo. El triunfo en El ‘Volcán’ (2-0) le pone en la antesala de su séptimo título de Concacaf y sólo una tragedia en el ‘Coloso de Santa Úrsula’ se lo va a quitar.

Los jugadores águilas se abrazan al terminar el juego de ida de la final en el estadio Universitario. La alegría de Ignacio Ambriz resulta evidente. Darío Benedetto y Osvaldo Martínez, artífices del triunfo con goles al 48’ y 92’, se llevan los aplausos, los abrazos. Provoca la felicidad que tanto presumen los azulcrema y tanto odian sus detractores.

Marcador que resulta demasiado pesado para unos Tigres que aceptaron 10 goles en las últimas tres finales de vuelta (el propio América, Pumas y River Plate), mismas que perdieron sin resistencia. En esa tercia de encuentros, en el timón estaba Ricardo Ferretti y el próximo miércoles también estará el ‘Tuca’ en el banquillo regiomontano.

Más que nunca, los de Coapa pueden convertirse en los mandones del área si confirman la victoria de anoche y levantan ante su gente el título siete del área para ser los máximos ganadores en la historia de la Concacaf.

Primera mitad que arranca como una típica final de ida. Ríspida, disputada en la mitad de la cancha y la protección excesiva que impida un gol rival. Impedir el daño como premisa, antes que pensar en herir al contrario. Filosofía que da frutos a ambos. Tigres no quiere que pese el gol de visitante en su meta y las Águilas están felices con la igualada fuera de casa,

América apuesta por la destrucción. Es su mejor arma en el combate al talento y la velocidad de los ofensivos de los Tigres. Apenas la toca Javier Aquino, Jürgen Damm, André-Pierre Gignac o Rafael Sobis, tres o cuatro emplumados se acercan para entre empujones, faltas y jaloneos impedir que el balón de acerque a su portería.

El objetivo para los azulcrema es claro: el empate sin goles les deja satisfechos, que el Azteca lo resuelva a su favor. Entre las bajas y el temor a sufrir un revés definitivo en el estadio Universitario, los americanistas se quedan agazapados, ante unos felinos norteños con más voluntad que imginación, con numerosos reclamos al silbante Roberto García Orozco y apenas dos remates a gol.

Los capitalinos se notan cómodos con su estilo de poca productividad ofensiva. En los...

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