Política ambiental y alimentaria: El reto de crecer sin desgastarse

AutorCésar Luis Cárdenas Varela

La necesidad de alcanzar un desarrollo sustentable sigue siendo una tarea pendiente en la mayoría de los países del mundo. En el caso de México, los principios de la sustentabilidad han tenido una buena acogida, principalmente como la percepción de que, por primera vez, el gobierno toma como una de sus prioridades la protección del medio ambiente y los recursos naturales.

Sin embargo, el desarrollo sustentable no se refiere sólo a las acciones de preservación de los recursos y los ecosistemas; no es solamente la primacía de lo ecológico por encima de otras necesidades sociales. Se trata de un tipo de desarrollo que se lleva a cabo sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades1, de tal manera que los objetivos del desarrollo deben sustentarse en un principio de equidad social. Por lo anterior, la sustentabilidad no se refiere a una "agenda verde" o a un conjunto de posturas conservacionistas; el elemento que da sentido al discurso de la sustentabilidad es la relación entre un proyecto de desarrollo a mediano y largo plazo, con los recursos y las bases materiales para lograrlo. En este proceso, el Estado tiene la obligación de intervenir, orientando y estableciendo los equilibrios que armonicen los objetivos del desarrollo con el aprovechamiento y la preservación de los recursos; en este sentido, la política ambiental se configura como una verdadera política de Estado, con un horizonte de 20 a 25 años.

En el momento actual un tema trascendente es la relación que existe entre la preservación del medio ambiente y los recursos naturales, y la demanda creciente de recursos que se requieren para avanzar en las tareas del desarrollo. Al respecto, se deben reconocer los obstáculos que imponen ciertas prácticas sociales depredadoras

e improductivas, así como las limitaciones derivadas de las capacidades de regeneración de determinados bienes (recursos renovables), o bien su escasez (recursos no renovables).

Uno de los aspectos críticos de dicha relación es la capacidad del país para producir los alimentos que exige la población, lo que en términos políticos se traduce en la posibilidad de alcanzar la soberanía alimentaria. Tradicionalmente, esta relación se ha analizado a partir de los costos ambientales que tienen las actividades productivas, fundamentalmente la agricultura y la ganadería, y que se reflejan en los niveles de deforestación y degradación de los suelos, en distintas regiones del país.

Algunos...

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