De alma creativa

AutorHaydé Murakami

Enviada

Fotos: Haydé Murakami

TAIPEI, Taiwán.- Dicen que hace apenas unos años Taiwán era un destino turístico más bien grisáceo, aburridón y sin mucho carisma con el que batallar con los competidores glamorosos del vecindario.

Es más, si uno enfrentara la descripción de alguien recién llegado de la isla con la de otro que acudió hace 20 años, cabe la posibilidad de que el primero sospeche que el segundo consumió alguna sustancia que le obnubila los recuerdos seriamente.

Es que un dragón, dicen, da el estirón así de rápido. Junto con Singapur, Corea del Sur y Hong Kong, Taiwán formaba parte de esa "pandilla de los cuatro" que captó la atención internacional por su crecimiento milagroso, basado en su desarrollo industrial, a finales de la década de los 70.

Aquí y allá se dejan ver retazos de aquellas ciudades grises que al parecer han ido cediendo paso, sin mucho jaleo ni resentimientos, a la brillante urbe llena de creatividad que hoy muestra como rostro al visitante.

Sin resentimientos, será quizá, porque esa nueva cara justamente procura enroscarse en las viejas estructuras, en lugar de eliminarlas groseramente: grandes pantallas digitales dan la bienvenida a los mercados nocturnos más tradicionales, donde se puede encontrar igual el famoso "tofu apestoso" y carne de serpiente, que lo último en tecnología, fundas para iPods con la imagen de Steve Jobs, ropa que marca tendencias internacionales o hierbas para combatir la migraña.

Pero probablemente el ejemplo más claro de este salto malabárico de Taiwán a la arena viajera puede pulsarse en su revolución artística.

Hay que tener el ojo atento porque el afán creativo puede surgir en los lugares menos obvios, por ejemplo, en una estructura de la compañía de electricidad, en una banca para esperar el autobús, en una grúa, en un camión de basura o en un vagón del metro.

Parece que todo se ha convertido en un lienzo aceptable para la decidida nueva generación de artistas taiwaneses. Quizá valdría de buen consejo acudir antes al Museo del Palacio Nacional de Taipei para adivinar el gusto de esta sociedad por el arte, mirando su vasta y magnífica colección que recorre 8 mil años, antes de aventurarse a descubrir su peculiar siglo 21.

Taipei: intervenir la memoria

Una bailarina de tap ensaya sus complicados pasos sin ningún pudor ante los paseantes frente al edificio principal de una antigua productora de vinos. Por las ventanas y puertas de éste salen y se tuercen -se diría que hasta con gracia-...

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