Más allá de la muralla

AutorJuan José Kochen

Enviado

Los caminos de Cartagena permiten construir relatos que encuentran eco en los muros que la protegieron.

Nuestro guía es un experimentado taxista que a la vez ofrece recorridos turísticos. Sus pases permiten entender la mezcla entre la ciudad antigua y la nueva Cartagena turística.

Nelson saluda por lo menos a una persona por cada cuadra que caminamos, mientras cuenta las historias que esconden las fachadas y los balcones de madera que vamos dejando atrás, como la casa Simón Bolívar en la que en realidad sólo pasó una noche el libertador de América.

Antes de salir de la zona amurallada, hacemos una parada para comer en la Santísima Trinidad, donde probamos comida típica caribeña: cebiche de mango, puntas de anca con plátanos y la famosa limonada de coco. Nada mejor para el calor húmedo.

Nos enfilamos rumbo a la Plaza de Santo Domingo para conocer a las escultóricas mujeres creadas por el colombiano Fernando Botero.

En esta plaza con música y restaurantes al aire libre fue construido por frailes dominicos el convento del siglo 16, luego reforzado sobre la calle contigua con una serie de contrafuertes que volvieron más estrecha la calle. Así se le llamó el Callejón de los Estribos.

Este callejón nos lleva al Baluarte de Santo Domingo, el más grande e importante para la defensa de la ciudad por su alineación directa con el mar y la Catedral de Cartagena. Ahora, en este baluarte suena la música lounge del Café del Mar.

Puerto y Bahía de las Ánimas

Antes de salir de las murallas recorremos el Portal de los Dulces y llegamos a la Plaza de los Coches, designada originalmente para la venta de negros africanos que llegaban a la ciudad en condición de esclavos, por lo que también se le llamó Plaza del Esclavo y luego Plaza de Mercaderes.

En "El Amor en los Tiempos del Cólera", García Márquez describe el comercio de la ciudad como "el más próspero del Caribe en el siglo 18, sobre todo por el privilegio ingrato de ser el más grande mercado de esclavos africanos de las Américas".

En esta plaza se encuentra la Torre del Reloj, entrada principal a la ciudad y por donde salimos para conocer el imponente Centro de Convenciones de Cartagena, cimentado sobre las aguas de la Bahía de las Ánimas, donde los esclavos que llegaban muertos en barco eran lanzados al mar.

De esta bahía, Nelson nos lleva en su taxi hacia La Matuna, límite entre el centro y San Diego con el barrio de Getsemaní y lugar donde los trabajadores africanos vivían fuera de la muralla.

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