Alistan extinguidores y esconden las joyas

AutorRoberto Zamarripa

REFORMA / Enviado

GUADALAJARA.- Colocado en la retaguardia de la valla policiaca, Oscar Miguel ajusta sus guantes blancos de filo verde y da un paso atrás para recargarse en las vallas metálicas de medio cuerpo.

Bombero de la compañía privada Cold Fire, con sede en Monterrey, Oscar es un veterano de Cumbres.

Puede pensarse que lo llamaron porque apareció un piquete de gritones de Antorcha Campesina en la esquina de Juan Manuel y Alcalde, para husmear las fauces del cordón policiaco militar. Oyeron Antorcha y llamaron al bombero.

Pero no. En realidad, la marcha de Antorcha no llegó a flamazo. Acaso 200 gritones que exigían solución a demandas de agua y alumbrado en Zapopan y Tlaquepaque, lotes de vivienda en Ciudad Guzmán y freno al abuso de un cacique del ejido de Amacueca, que se roba el agua, según denunciaba a gritos el líder Juan Martín Nicolás Jiménez. Los antorchistas vieron la valla policiaca y mejor se retiraron.

Oscar Miguel, regiomontano de 37 años de edad, se mantuvo en la retaguardia de la valla de seguridad mientras los antorchistas se apagaban solos. Es un experimentado asistente de encuentros internacionales, así que esos marchistas no le arrugan su traje.

A sus pies tiene un par de extinguidores plateados, con capacidad de seis litros de un químico que esfuma las llamas. Suele usarlos. En La Paz, cuando la reunión de la APEC, los roció sobre una carpa incendiada por un corto circuito en una cocina y en Cancún, cuando la Cumbre de la OMC, tuvo utilidad para apagar las bombas molotov lanzadas por los globalifóbicos.

Casado, con dos hijas, una de cuatro y otra de diez años de edad, Oscar Miguel tiene un certificado de estudios de la Universidad texana de Bryant, en un equivalente a estudios técnicos de "Bombero". Ha tocado la muerte, cuenta, cuando estuvo a punto de estallarle un cilindro de gas a centímetros de distancia.

"En esta actividad uno está siempre en riesgo latente; lo difícil es cuando uno pasa al riesgo inminente, cuando uno brinca la raya", explica con parsimonia.

-¿Cuándo lo sabe?- "La experiencia nos lo dice".

A veces parece juego, a veces preocupa. El General Francisco Arellano Noblecía, un hombre de apariencia hosca pero trato amable, pasa junto al bombero y supervisa la valla. Enfundado en un traje gris, el quepí bien puesto, el General cuenta que este martes ha sido un día de bromas telefónicas sobre amenazas de bomba y de escarceos absurdos.

"Quieren sacarse la foto, bueno, que lo hagan; hay libertad para...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR