Alguien el Octavo Pasajero / Carrera tardía

Iban felices de la vida, y cualquier cosa dicha o vista era buena para hacerlas reir. Se trata de dos amigas que corrían nerviosas por las calles de la colonia Tabacalera después de las doce de la noche ya que habían ido a una premiere de cine.

El Metro Juárez representaba un refugio para las chavas y por eso corrían para llegar ahí donde estarían más seguras. Bety nunca había abordado el

Metro tan noche y mucho menos imaginó que resultaría toda una odisea. Cuando al fin pisaron la estación, la cálida luz blanca del lugar las acogió.

Prácticamente ya no había nadie en la estación Juárez, lo primero que le sorprendió fue el silencio sepulcral que reinaba en el subterráneo, jamás se

lo hubiera imaginado que en una estación reinara el silencio. Cuando tuvo que separarse de su amiga empezaron a ocurrir las coincidencias.

Primero, cuando el convoy llegaba a la estación de Niños Héroes, se emparejó con otro Metro que ya estaba parado ahí, y justo en el vagón que quedó frente al suyo, se encontró con una cara familiar, se trataba de un extranjero que se encontraba de visita en el País y que se dirigía a su trabajo de intercambio. ¡Qué coincidencia!, pensó y le saludó sorpresiva.

Después Bety tuvo que transbordar en la estación Pino Suárez, pero antes de que el Metro llegara, su desesperación fue en aumento pues nunca había esperado tanto tiempo al gusano anaranjado.

Y mientras aguardaba, el silencio que hace que las voces sean más fuertes en el lugar, hizo que le llamara la atención unos tipos que estaban platicando, y cuando volteó a verlos vio que eran como cinco hombres que estaban embrocados en las vías. Querían sacar una cartera que había caído al vacio de los rieles.

Bety no podía creer lo que estaban...

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