Aleph Cero / En busca del Éter

AutorShahen Hacyan

Los filósofos solían preocuparse por el vacío y llegaron a pensar que la naturaleza le tiene horror. Según Descartes, el Universo estaba repleto de un Éter, una sustancia parecida al aire pero más tenue y sutil, que arrastraría a los planetas en sus torbellinos.

La gravitación universal de Newton relegó el Eter cartesiano al olvido, pero el asunto renació en el siglo 19 como consecuencia de la teoría electromagnética de Maxwell. Surgió un nuevo Eter que era el sustento de la luz, interpretada como una onda que se propaga en él tal como el sonido en el aire. Pero el Eter del siglo 19 también se volvió obsoleto.

En un experimento crucial, los físico norteamericanos Michelson y Morley intentaron detectar pequeñas variaciones en la velocidad de la luz producidas por el movimiento de la Tierra alrededor del Sol y, por ende, con respecto al Eter. Para sorpresa de la comunidad científica, no encontraron ninguna evidencia de que la luz variara su velocidad.

La teoría de la relatividad permitió ver el resultado negativo de este experimento en una nueva perspectiva. Einstein mostró que es perfectamente posible prescindir del Eter ya que no hay forma de detectarlo: la luz se mueve siempre a la misma velocidad con respecto a cualquier observador (debido a una contracción combinada del espacio y del tiempo). Se podía volver al concepto del vacío.

Hasta la fecha, la teoría de la relatividad ha pasado todas las pruebas. El experimento original de Michelson y Morley se ha repetido y refinado de muchas formas, pero ninguna variación de la velocidad lumínica ha sido detectada a pesar de la enorme precisión de los aparatos modernos.

Pero tal parece que los físicos extrañan el Eter. Si nos asomamos al mundo atómico, donde rigen las leyes de mecánica cuántica, resulta que el vacío "fluctúa", en el sentido de que las partículas elementales aparecen y desaparecen de la nada sin que se puedan detectar por cuestiones de principio (más precisamente, por el principio de incertidumbre de Heisenberg). Por lo tanto, resulta cierto que la naturaleza aborrece el vacío, porque continuamente lo está llenando de "fluctuaciones cuánticasó. Se puede interpretar este vacío cuántico como una forma de Eter, pero no es posible detectarlo directamente porque, al igual que la velocidad de la luz, su forma es la misma para cualquier observador.

Sin embargo, podría existir otra clase de Eter a una escala aún más pequeña. El asunto tiene que ver con los intentos "hasta ahora...

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