Alejandro Cárdenas / Desafío a Lula

AutorAlejandro Cárdenas

"Las inundaciones no se producen porque los ríos crecen, sino porque los países se hunden".

Pinta popular

Contra todos los pronósticos, las peores peleas que el Presidente brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva ha librado no han sido con la banca multilateral ni con la clase dirigente brasileña, que lo vieron subir al poder con gran recelo hace menos de un año. Las mayores dificultades las ha sufrido por cuenta de sus amigos.

El ala radical de su propio partido y sus compañeros sindicalistas le han impedido sacar adelante sus proyectos estrella. Sus ministros se niegan a ejecutar las políticas de gobierno. Pero de todos sus simpatizantes, los campesinos del Movimiento Sin Tierra (MST) son probablemente los que representan el peligro más duradero. Y son también los que podrían salírsele de las manos.

El Movimiento Sin Tierra se formó en la década de los 70 para defender a los trabajadores rurales que la modernización agrícola dejó sin tierras para labrar. Comenzó haciendo ocupaciones a grandes latifundios, forzando al gobierno a redistribuir las propiedades agrícolas sin explotar. Pero lo que empezó como un legítimo derecho a la defensa de los campesinos desposeídos, se ha convertido en los últimos años en un verdadero movimiento guerrillero.

Hoy por hoy, militantes del Movimiento Sin Tierra ocupan edificios públicos, se asientan ilegalmente en haciendas productivas e impiden a sus dueños recoger sus cosechas. Asaltan camiones, ocupan bancos, destruyen plantíos y cobran a los hacendados para dejarlos trabajar.

Las mayores compañías agrícolas aparecen, de la noche a la mañana, invadidas por centenares de familias que llegan con sus carpas y se quedan a vivir indefinidamente. Instalan escuelas públicas y centros de salud. Poco a poco pasan de las tiendas de lona a construcciones más definitivas, y se crean verdaderos pueblos en propiedades ajenas. Cientos de miles de personas en Brasil se han asentado de esa manera.

Lo grave es que esta reforma agraria a las malas no está cumpliendo su propósito. Una encuesta del Instituto de Colonización y Reforma Agraria de Brasil (www.incra.gov.br) concluyó que el 90 por ciento de los invasores son desempleados de ciudades vecinas y no campesinos despojados de sus tierras.

A pesar de las inversiones del Estado en capacitación y en infraestructura, el resultado ha sido desastroso. Los asentamientos están lejos de ser productivos, y dependen de subsidios del Gobierno. De este modo, en un fenómeno único en el...

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