Alejandra Rangel / Trabalenguas

AutorAlejandra Rangel

Los inicios de un Nuevo Año siempre brindan esperanzas o al menos la ilusión de que las cosas serán mejores. Sin embargo, no parece ser la atmósfera del 2005 que habla de desencanto y continuación de lo que se ha convertido en el ritual del laberinto político, de la lucha por la sobrevivencia de quienes harán todo lo que esté a su alcance por lograr el poder sin importar la ética o las personas.

El problema de la violencia, la pobreza, la drogadicción, la falta de empleo, seguirá su curso, pero pronto las promesas de campaña reforzarán a un país en caos y los golpes bajos de candidatos y partidos regresarán con un ruido ensordecedor a través de imágenes mediáticas de suyo poco confiables.

La democracia será el tema del debate nacional que aparece más como buenos deseos que como realidad y cuya falta de veracidad es provocada por nosotros mismos al no coincidir los discursos con las prácticas. Ejemplo de ello es lo expresado con motivo de la crisis de la Organización de la Sociedad Civil: Alternativas Pacíficas, pues a través de escritos y declaraciones a todas luces contradictorias que responden a intereses políticos y de otra índole, se ha creado una atmósfera de linchamiento.

En principio llama la atención el hecho de vivir en una sociedad marcada por la tecnología, en especial la de la información, y padecer tanta ignorancia y falta de seriedad de quienes al expresar su opinión lo hacen sin sustento alguno con una total ausencia de investigación y datos objetivos.

En estos discursos se ha asegurado que Alternativas Pacíficas está cerrando sus puertas por la falta de apoyo del Gobierno estatal. Falso. Esta organización cuenta con el apoyo de los recursos públicos estatales y falta analizar sus estados financieros, su gasto y distribución del mismo. ¿Quién de los que opinan o escriben le ha pedido a dicha institución sus balances y se ha dedicado a elaborar un análisis sobre el ejercicio de sus recursos? ¿Qué sucedió con la planeación?

Sin lugar a dudas, la lucha contra la violencia familiar y en especial hacia la mujer es un problema de nuestro tiempo que afecta al mundo y a todas las sociedades, es un imperativo trabajar en ello y apoyar a quienes se dedican a esta causa. Pero debemos recordar que también existen los enfermos terminales...

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