Alejandra Rangel / Muerte silenciosa

AutorAlejandra Rangel

En 1948, recién terminada la Segunda Guerra Mundial, se aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos con el fin de instaurar un principio fundamental: el respeto a los derechos de todos los seres humanos. Y desde entonces, a pesar de sus congresos y debates, encontramos espacios geográficos, pueblos y hombres donde la constante es el abuso hacia sus personas, la falta de libertad y de esperanza. Se han vuelto un hecho común los brotes de violencia, odios racistas y bombardeos a ciudades y familias, vejaciones a presos, asesinatos a niños, acciones que muestran la hipocresía de dichos decretos.

Ni qué decir de los maltratos y la tortura que se ejecutan en nombre de la seguridad, la detención arbitraria e indefinida de los presos en Guantánamo, los presuntos terroristas sin posibilidad de defender su inocencia, la instalación de Centros de Detención Norteamericanos en el mundo, las violaciones a mujeres en todas las sociedades, emigrantes asesinados y desaparecidos y nunca terminaríamos de enumerar la destrucción y el lado oscuro de lo humano.

Dentro de este listado destacan las condiciones de vejación y muerte de los emigrantes alrededor del planeta, quienes se juegan la vida en aras de un mejor futuro. Se sabe que el cruce de nuestra frontera hacia los Estados Unidos es una trampa mortal para quienes toman el riesgo de aventurarse por zonas desérticas, que el intento ha provocado un número de muertos superior al registrado durante los 28 años de existencia del Muro de Berlín.

Los investigadores del problema señalan que desde 1995 han encontrado entre 2 mil y 3 mil cadáveres de emigrantes mexicanos y que la tendencia indica un crecimiento mayor. Lo más grave es que entre los cadáveres se han descubierto niños y un aumento considerable de menores de 18 años. Además empiezan a surgir las bandas de traficantes de personas, asaltantes y patrullas fronterizas disparando y dando muerte a indocumentados cuyo único objetivo es elevar sus condiciones de vida.

Estos asesinatos violan los proclamados derechos humanos y hablan de la necesidad de cuestionar su cumplimiento, así como la indiferencia de los países para proteger a los seres humanos. Por ello esa repetición continua de distintos genocidios, no solamente el de la Segunda Guerra Mundial contra los judíos, sino los cometidos contra armenios, rusos, serbios, croatas, palestinos, iraquíes, kurdos, africanos, entre otros, cuestiona la inmensa capacidad que tiene el hombre para ejercer...

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