Alejandra Rangel / El imperio de las armas
| Autor | Alejandra Rangel |
La tragedia ocurrida en la primaria de Newtown, Connecticut, en la que murieron 20 niños y niñas y 6 adultos, ha vuelto a conmocionar a la sociedad estadounidense y al mundo, porque pareciera, dentro de una lógica del sentido común, que la infancia de suyo protege frente al mal y que por sí misma se salva, pero cada vez más se demuestra que esto no deja de ser un mito.
Veamos cómo la guerra de Iraq fue implacable con la sociedad civil y de pronto mostraba hileras de cuerpos infantiles entre los cadáveres, infantes alcanzados por las bombas que indiscriminadamente caían sobre sus casas; está también el caso de Palestina, donde las luchas entre árabes y judíos no respetan a nadie, el de Afganistán y tantos más.
En todo el mundo se dan hechos sangrientos en los que los niños han dejado de estar protegidos por su propia infancia. Este último asesinato en la primaria ha obligado a las autoridades estadounidenses a tomar conciencia sobre el peligro y la necesidad de imponer mayores controles a la venta de armas.
El problema ha sido la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), que con 4 millones de socios, hombres y mujeres, y la mayoría de los republicanos y algunos demócratas, han impedido el avance de los controles, y ahora dicen estar horrorizados con los asesinatos en Newtown y dispuestos a contribuir para evitar la repetición de estos actos.
Las familias de las víctimas de Virginia Tech, Aurora y Columbine enviaron una carta a la Casa Blanca y a los legisladores para pedir acciones rápidas que prevengan nuevos asesinatos.
El Presidente Obama ha empezado a reaccionar al ver la indignación de la sociedad civil y más allá de mostrar sus lágrimas hacia los afectados propone el control al armamentismo y posesión de arsenal de los particulares, prohibición de la tenencia de armas de asalto, la revisión de antecedentes de todos los compradores de armas y atención a la salud mental.
Desde luego el problema tiene raíces más profundas que llevan a preguntar por qué la sociedad estadounidense muestra una gran fascinación hacia las armas, la defensa y poderío del Estado americano y la guerra; por qué la militarización ha desarrollado una población guerrera que lo mismo responde ante los países invadiéndolos con intereses encubiertos como también defiende a una asociación que promueve el uso y adquisición de armas entre los civiles o bien se protege bajo la amenaza del terrorismo y los enemigos por doquier.
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