Alejandra Rangel / Caminos contradictorios

AutorAlejandra Rangel

Las fiestas de Halloween y el Día de Muertos muestran las contradicciones culturales que padecemos en la actualidad.

La noche de brujas o "víspera de todos los santos", celebración de origen celta, solía representar para este pueblo el fin del verano, la noche del 31 de octubre, reafirmando la creencia de que durante el cambio de estaciones la línea de separación entre este mundo y el más allá permitía a los espíritus buenos y malos pasar a través de ese puente y hacer presencia entre los humanos.

De esta manera, los ancestros familiares eran festejados y también se ahuyentaba a los malignos, por ello el uso de máscaras y disfraces.

Al mismo tiempo se conmemoraba el final de la temporada de las cosechas y el inicio del nuevo año. El fuego como hoguera y las calabazas decoradas contribuían a la celebración, lo mismo que el "truco o trato" que hacían con los espíritus; los colores naranja, morado y negro también se asociaban junto a casas encantadas y cuentos de terror.

Esta festividad se adoptó primero por los romanos al invadir a los celtas, y más tarde, en el siglo 19, llegó a Estados Unidos y Canadá para después celebrarse masivamente en países anglosajones.

Alrededor de los años 70 del siglo 20, surgió en América Latina y México, donde se internacionalizó llegando a otros países. Lo demás es historia actual, en ese día último de octubre observamos en las calles y colonias de las ciudades a cientos de familias, niños y jóvenes disfrazados pidiendo dulces o "la calaverita" con motivo del Halloween.

Por otro lado, el 2 de noviembre se recuerda en nuestro país a los difuntos, una fiesta considerada propia del mexicano, la cual propone asistir a los panteones, rendir culto y ofrecer altares a los muertos para hacerlos presentes ante la creencia de que ese día vendrán de visita a sus hogares.

Actualmente estos actos han perdido fuerza y se ha dejado a la noche de brujas prevalecer, sin posibilidad de evitarla debido a la globalización.

Junto a esto habría que considerar cómo ha cambiado la visión de los rituales respecto a la muerte: las nuevas ceremonias luctuosas se remiten a la cremación de los cuerpos, al esparcimiento de las cenizas, o bien a guardarlas en pequeñas urnas.

Cada vez se requieren menos los grandes funerales, anulándose las ceremonias y velaciones durante varios días, y el entierro de los cuerpos se ha vuelto excepcional.

En suma, ha ido cambiando la mirada en torno a la muerte y la manera de morir.

Con el tiempo se ha vuelto...

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