Jorge Alcocer V. y Armando Robinson A. / Prospectiva mexiquense

AutorJorge Alcocer V. y Armando Robinson A.

No hay candidato, o precandidato, al que le guste reconocer que está abajo en las encuestas; unos hacen suya la frase de que la esperanza muere al último, otros más directos, como Francisco Barrio Terrazas -precandidato presidencial del PAN- simplemente dicen "a mí las encuestas me valen madre".

Por fortuna no han sido la aceptación, rechazo o indiferencia de los políticos lo que ha provocado la generalizada utilización y consulta de las encuestas, sino la contundente evidencia de su utilidad para diseñar estrategias y conocer el estado de ánimo y preferencias de los ciudadanos. Las encuestas no son infalibles ni pretenden ser el oráculo de Delfos, muestran estados de ánimo, preferencias, en un día determinado, que pueden variar, y de hecho siempre ocurre así, por muy diversos factores. De ahí que atender la frase "si la elección hubiese sido el día tal, el ganador hubiese sido ..." resulte de capital importancia para la lectura de ese instrumento demoscópico instalado en la vida electoral de los mexicanos.

En otras latitudes, otros ejercicios prospectivos son de uso común, tanto en el medio electoral como en otros ámbitos de la vida social y el quehacer público o privado. Lamentablemente los estudios de prospectiva no han adquirido en México la relevancia que tienen en otras naciones. A finales de la década de los ochenta el Centro de Estudios Prospectivos de la Fundación Javier Barros Sierra de la UNAM publicó un interesante libro sobre escenarios de futuro para México en el año 2010,1 posteriormente actualizó su ejercicio con un horizonte al año 2030.

Motivados en ese entonces por la lectura de los escenarios electorales contenidos en la primera publicación del mencionado Centro, los autores de este artículo nos dimos a la tarea de imaginar un modelo de prospectiva electoral que respondiera a las necesidades del corto plazo, es decir, que fuese utilizable para encontrar escenarios de resultados para procesos electorales de próxima realización, iniciando así un proyecto de investigación a largo plazo.

El primer resultado del modelo fue publicado en agosto de 1991 en la revista Nexos,2 referido a los escenarios de resultados de las elecciones federales intermedias de aquel año. Resultó acertado. Desde entonces, hemos seguido trabajando en el perfeccionamiento del modelo, apoyados en el avance impresionante de los sistemas de cómputo. En la revista Voz y Voto han sido publicados, con suficiente anticipación al día de la jornada electoral, los resultados que el modelo arrojó para varias elecciones estatales de gobernador celebradas de 2003 a la fecha.3 En todos los casos, el modelo predijo acertadamente al partido ganador y en la mayoría de los casos estableció correctamente el rango de votación tanto para el primero como para el segundo lugar.

Las bases metodológicas del modelo son relativamente sencillas: cuando se realiza una elección el votante determina, con la boleta en la urna, su apoyo al candidato que, en la mayoría de los casos, previo a su participación en los comicios ya ha determinado elegir. Conocer esta decisión antes que suceda la elección real es la aspiración de todo analista electoral. Ante la imposibilidad de recabar la intención de voto de cada uno de los electores, diseñamos un modelo electoral que utiliza la información histórica disponible para elecciones federales y locales anteriores, así como las tendencias de intención de voto actualizadas por encuestas y el perfil de los candidatos, permitiendo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR