Alberto García Ruvalcaba / Ejidatarios capitalistas

AutorAlberto García Ruvalcaba

Luego de haber bloqueado los accesos al aeropuerto de Guadalajara durante casi dos semanas los campesinos del ejido El Zapote decidieron liberarlo "en atención a los usuarios". El hecho sería anecdótico si no fuera una pequeña muestra de un problema estructural del país que suele pasar inadvertido.

A 25 años del colapso del mayor experimento de política socialista de la historia, la URSS, y a más de tres décadas de que el modelo comunista chino adoptó los principios de la economía liberal, en México todavía tenemos un régimen socialista de propiedad de la tierra que coexiste con otro privado. La mitad de la superficie del país es propiedad ejidal o comunal.

La existencia de un sistema colectivista de tenencia de la tierra es un anacronismo perjudicial en muchos sentidos. Por un lado, el fracaso agrícola de la Reforma Agraria es irrebatible. El campo mexicano es otra ruina producto de las buenas intenciones de la ideología colectivista. Pero hay un problema menos visible y tanto o más grave: la incapacidad del Estado mexicano de proporcionar certidumbre legal a los propietarios de la tierra, sea ésta privada o ejidal o comunal. En nuestro país no hay título de propiedad irrebatible.

La historia de la propiedad inmobiliaria en México es una sucesión de incertidumbres causadas por despojos, expropiaciones, litigios y un sinfín de desatinos que llevan ya casi cinco siglos en operación. En su libro La Cuestión Agraria, Jesús Silva Herzog observaba que el problema de la tenencia de la tierra se originó "en el curso del siglo XVI y se fue agravando durante los dos siglos siguientes". Por su parte, José María Vigil advertía en 1889 del grave problema de la propiedad territorial en México "debido a los interminables litigios de terrenos entre los pueblos y los hacendados". En ese estado de cosas vino la Reforma Agraria a enredar todavía más la madeja.

A pesar de que sólo el 12 por ciento de la superficie del país tiene vocación agrícola, la Reforma Agraria expropió y repartió la mitad. Una superficie muchas veces superior de la que pudieron ser despojados campesinos y comunidades indígenas durante la Colonia y el fatídico siglo 19 con sus leyes de colonización...

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