Albergues indígenas: Cuando aprender es un viacrucis

AutorIvonne Melgar

Caminar hasta siete horas

PUEBLO NUEVO, SIERRA HUICHOL DE JALISCO.- Cada domingo, los hermanos Ernesto y Tranquilino Hernández Hernández dejan su casa en el pueblo huichol de Enonacata. Salen como a eso de las nueve de la mañana. No se atreven a decirlo: si pudieran irse en el burro que tanto sirve a su papá, las piedras se sentirían menos. Otras veces imaginan el nacimiento de un camino, un surco que acorte los pasos, más a la hora del sol, cuando cruzan las barrancas empinadas.

Pero siempre es igual, la misma ruta a pie: bajar, subir, trotar donde es plano, saltar los montículos y llegar siete horas después al albergue escolar, hambrientos, a iniciar otra semana de internado, lejos de sus seis hermanos y su mamá, de la milpa y la vaca. Todo a cambio de la cercanía de la escuela, la que aquí tienen a menos de cien pasos.

Por la misma razón, 97 niños provenientes de diferentes comunidades del municipio de Mixquitic, Jalisco, vienen a pasar los días de estudio hasta acá, y regresan con sus familias cada viernes. Y de nuevo a caminar, una, tres, cinco, siete horas.

Para Ernesto, de 9 años de edad, esta rutina lleva ya dos ciclos escolares. Si quiere acabar la primaria, terminará por acostumbrarse, piensa su hermano de 14 años que va en quinto grado y es además ayudante del encargado del albergue que pertenece al Instituto Nacional Indigenista (INI).

A Tranquilino le queda un año de estancia. Después, nadie sabe qué. Porque su suerte depende de que los albergues de la región se abran para los alumnos de secundaria. Su caso no es único. Decenas de adolescentes y de maestros lanzan el reclamo ante la comitiva de funcionarios que han llegado en una avioneta del Estado Mayor Presidencial al lugar; hacerlo por tierra equivale recorrer 15 horas desde Guadalajara.

Por eso los de Mixquitic apenas se dan tiempo para celebrar la remodelación del albergue destinado a niños de 6 a 14 años inscritos en primaria, y ahora con más camas, dormitorios nuevos, canchas de basquet, aula con computadoras, biblioteca, cocina amplia y una estancia común en forma de palapa.

Profesores, niños, papás, autoridades tradicionales festejan las remodeladas instalaciones. Pero los pendientes son muchos y pronto se forma la romería de solicitudes: pupitres, televisores para las telesecundarias, aulas y un lugar para que los niños pasen la noche.

Unos creen en el maracame, sacerdote huichol, otros se convirtieron en evangélicos y aguardan exiliados en pueblos cercanos. Unos...

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