Ajuste económico sin bienestar social

AutorHilario Barcelata Chávez
Páginas161-161
La Economía Mexicana. Crisis y reforma.
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Hilario Barcelata Chávez
161
AJUSTE ECONÓMICO SIN BIENESTAR SOCIAL 1993
Según confirman los informes de la Secretaria de Hacienda y del Banco de México,
durante el primer semestre de 1993 las finanzas públicas mantienen el nivel
superavitario que alcanzaran durante el año pasado. A ello se ha debido en buena
medida el poder reducir la inflación a un sólo dígito. Gracias a esto, también, el nivel de
reservas internacionales ha alcanzado un nivel histórico de 200 mil millones de dólares
(12% arriba del nivel alcanzado el año pasado).
Pero estos resultados sorprendentemente positivos contrastan con el deterioro en los
niveles de vida de la mayoría de los mexicanos. De manera que vemos un gobierno
rico en un país pobre y empobreciéndose. Y una economía enriquecida frente a una
población empobrecida.
El plan de ajuste y estabilización en nuestro país no ha generado mejorías en el nivel
de bienestar de la población. Antes bien ha propiciado su continuo deterioro.
Principalmente por su incapacidad para mantener los empleos existentes y para
generar nuevos puestos de trabajo.
Resulta fuera de toda lógica que mientras el Estado acumula recursos, la población
carezca de lo elemental y no le sea proporcionado. Siendo que, justamente, una de las
tareas primordiales de dicho Estado es la de velar por el bienestar de su población. Si
ya vemos que existe un saldo superavitario en las finanzas públicas, ¿por qué no
aplicar una parte de él a la promoción del mejoramiento del bienestar de la población?,
¿hasta qué punto vale la pena sacrificar este bienestar con el fin de utilizar los recursos
para continuar con el plan de ajuste?
Es aquí donde se nota el olvido en que ha incurrido el actual gobierno respecto al
impulso al desarrollo. Y es aquí en donde parece quedar clara la exclusión entre ajuste
y desarrollo. Menos inflación a costa de la sobrevivencia de la población. Y es un
hecho que las cosas no pueden seguir así ni podrán mantenerse de esa forma por
mucho tiempo.
Urge reorientar la política económica. No puede justificarse el deterioro de las
condiciones de vida material de la población con la necesidad de obtener determinados
resultados macroeconómicos favorables.
Finalmente, ¿de qué nos sirven dichos resultados si no han de contribuir en nada a la
mejoría en la calidad de vida de los mexicanos? Mucho peor cuando contribuyen a su
deterioro. A toda esa masa empobrecida de mexicanos, ¿qué puede significarle que
hay un superávit en las finanzas públicas?, o que las reservas de divisas se
incrementen. ¿Qué puede importarles que la inflación misma sea ya un dígito? Si de
todas formas no pueden comprar casi nada, porque sus ingresos son paupérrimos y no
cuentan con un empleo.
Pareciera que en el afán de corregir los desequilibrios económicos y las ineficiencias
del sistema nos hemos olvidado del hombre. Y uno puede preguntarse, ¿cuántas
muertes ha costado el plan de ajuste?, ¿cuántos niños desnutridos y con taras
genéticas por la misma desnutrición?, ¿cuántos mexicanos sin empleo?, ¿cuántas
familias sin lo básico para vivir dignamente?, ¿cuántos niños sin escuela?, ¿cuántos
niños y hombres lanzados a la calle a conseguir, a como dé lugar, algo de dinero?,
¿cuál es el saldo en este inhumano análisis costo-beneficio del plan de ajuste? Junto al
terrible costo, ¿habrá alguien que se atreva a hablar de beneficios?

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