Ahogado de la risa

En Japón los chavos le regalan el segundo botón de su chaqueta a su chica. No nos llegan a los mexicanos ni a los talones, porque acá le dedicamos la chaqueta entera.

Una mujer que está cansada de que su marido llegue borracho a casa todos días decide de disfrazarse de diablo para darle un buen susto.

A sabiendas que pasaría lo mismo que todas las noches, la chica se disfraza del mismísimo Satanás.

El marido cumple con el protocolo de arribar a casa todo beodo y se topa con la efigie demoniaca.

Antes de decir algo hace señas como diciendo "aguántame tantito", se tambalea y lanza:

-Nel, tú a mi no me asustas, Lucifer, hace mucho tiempo que estoy casado con tu hermana.

Estaba una chica de la vida galante afuera del burdel.

De repente pasa por la puerta un viejo que le echa una mirada de arriba a abajo a la sexoservidora, ella también lo observa fijamente y lo invita:

-¿Abuelito, no quieres pasar a matar el oso a puñaladas?

-No, hija, yo ya no puedo.

-Anímese, abuelito, vamos a intentarlo, en una de esas le levantamos al amigo.

El anciano asiente con la cabeza, ingresa con la meretriz a una de las habitaciones privadas del congal y se monta en el guayabo cuatro veces seguidas.

De tanto orgasmo la muchacha hasta quedó con los ojos virados.

Iba por la quinta cuando la chica se aventó unos gestos de "ya estuvo".

-¡Ay, abuelito, no que no podía coger!

-No mija, coger sí puedo, lo que no puedo es pagar, mi pensión no da pa' tanto.

Como todo buen domingo, el fiel y abnegado esposo católico regresa a casa después de asistir a la homilía...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR