Ahogado de la risa

Y para que no se les olvide que el que cría cuervos...

En una aldea, un cuervo entra volando en la casa de un muchacho que vive solo, se posa en su hombro y le dice:

-Si me das 10 granos de maíz, ahora y 10 después, cabrón, te consigo una mujer para hacer el amor. Yo sé cuando tienen ganas.

El joven le da los 10 granos de maíz, el cuervo se los come, y le dice el joven.

-Venga, vete a buscar esa mujer.

El cuervo se va volando, se posa en la reja del huerto del joven, pasa una veinteañera por su lado y le dice:

-¿Vamos al catre, Carmelita?

-¡A tu madre le vas a echar un catre!

-No te pongas así, bonita, yo sólo digo lo que me dijo el Luis que te dijera... Por cierto, dijo que te dejaría muerta, yo creo que exagera.

La muchacha, enojada, llama a la puerta de la casa del Luis, que abre la puerta, a torso descubierto, enseñando su musculatura de herrero.

-¿Qué quieres, Carmelita?

-¿Le mandaste al cuervo decir las tonterías que dijo?

Piensa bien lo que respondes, ya sabes que mi marido es capador.

-¡¿Yo?! Es él, dice que nota cuando una mujer tiene ganas.

-¿Tengo cara de pasar hambre?

-¡Yo qué sé! Lo que sí es cierto es que aún siendo la mujer del capador, si tuvieras ganas, lo haría contigo media docena de veces.

Carmelita, viendo que el joven está como quiere, y que lleva meses a pan y agua, se mete en la casa de Luis y sale tres horas más tarde. Entra el cuervo y le dice al joven:

-Mis 10 granos de maíz, cabrón.

Luis le da el maíz:

¿Quién te enseñó a decir, cabrón?

-A ti que te importa, cabrón.

Al día siguiente le dice Luis al cuervo:

-Hoy quiero que me traigas a alguien que sea especial.

-Como tú digas, cabrón.

Poco después llaman...

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