Ahogado de la risa

Los curas son capaces de sacar almas del mal camino y también de sacarnos tremendas carcajadas:

Un cura es enviado a Alaska. Un obispo lo va a visitar un año más tarde y le pregunta:

- ¿Y cómo le va por acá?

- Bueno, si no fuera por mi rosario y mis dos whiskys al día, estaría perdido. A propósito, ¿gusta un whisky?

- Sí, por favor.

- ¡Rosario! ¡Tráele un whisky al obispo!

Un sacerdote está en el confesionario y acude un feligrés.

- Tú no eres de esta parroquia, ¿verdad? No te había visto antes.

- No, padre, soy un artista del circo que acaba de llegar.

- ¿Y qué haces en el circo?

- Soy saltimbanqui.

- ¿Y eso que es?

- Le voy a hacer una demostración. Vea.

El hombre se levanta y se pone a dar saltos mortales y volteretas por encima de las bancas de la iglesia.

Dos abuelitas que esperaban a confesarse lo ven y una dice:

- Mejor volvemos cuando venga el otro cura porque este pone penitencias muy difíciles.

Un domingo, un sacerdote se avienta una larga y aburrida homilía, y uno de los feligreses se queda dormido y empieza a roncar.

El sacerdote, muy molesto, se dirige a una mujer que estaba al lado del angelito dormilón y le dice:

- Hija, ¿podrías despertar al hombre que tienes a tu lado?

A lo que ella le responde:

- Ah, no, padre, no me meta usted en sus líos. Usted lo durmió, ahora usted despiértelo.

Un sacerdote se encuentra en la plaza del pueblo a un joven a cuya familia conoce y le dice.

- Buenos días, hijo. Hace mucho que no te veo en la misa. ¿Por qué no vienes?

- La verdad, padre, es...

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