Ahogado de la risa

AutorPez Globo

Lo que a continuación leerá, es una invitación a no discutir... ¡viva la paz!

Una chica que estaba por casarse con un muchacho de buena familia, fue a conocer a los abuelos paternos del novio, que dicho sea de paso, ya tenían 60 años de casados. La novia, que además también pertenecía a una buena cuna, tenía la curiosidad de saber cómo era la relación de los veteranos, qué era lo que los había mantenido juntos por tanto tiempo.

Ya en la casa de los abuelos, ella se dio cuenta que la señora era muy servicial con su marido y que éste, se portaba muy agradecido y cariñoso con ella. Tras la comida, vino la plática de sobremesa y la chica se arrancó con las preguntas.

- Los felicito, son ustedes un matrimonio ejemplar con una convivencia realmente agradable, pero yo quiero preguntarles, ¿en estos 60 años que llevan de casados, alguna vez han tenido alguna discusión?

- No, nunca -responde el abuelo.

- Me sorprende mucho, ¿cómo le han hecho para no discutir?

- Ay Mijita, pues fíjate que el día de nuestra boda él llegó por mi vestido elegantemente con un traje negro de charro, con distintivos en dorado, una carreta nueva hecha exclusivamente para nuestra boda, la cual era jalada por su caballo más fino, un Azteca color negro azabache descendiente de sangre lusitana, andaluz e ibérica, fuerte, veloz, precioso el animal -explica la veterana.

- Debió ser espectacular su boda -dice la chamaca.

- ¡Imagínate! Total que me subió a la carreta y cogimos camino rumbo a la iglesia, en eso, el caballo pisó una piedra y tropezó, entonces la pinche carreta se balanceó toda y mi marido frenó la marcha, se bajó de su caballo y le dijo a su caballo, "a ver cabrón, no la cagues... ¡llevas una!", se subió a su cabello y continuamos.

- ¿Una de qué o qué?

- Espera, mijita, espera. A la mitad del trayecto, el azabache se patinó en una zona fangosa y hasta ladeó la carreta; mi viejito que detiene todo, se bajó de su cuaco, se acercó al otro y le dijo, "¿otra vez pendejo? ¡llevas dos!", y de nuevo seguimos avanzando.

- ¿Dos qué? -cuestiona la jovencita.

- Pérate, pérate mijita... Ya íbamos a llegar a la iglesia cuando el caballo...

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