Ahogado de la risa

A veces cuando guiñamos un ojo, podemos conseguir más de lo que queremos...

Un tipo, que se dedicaba a las ventas, va a una empresa comercial de talla internacional a ofrecer sus servicios y en la entrevista con el gerente de recursos humanos tiene una larga plática.

- Señor Sanabria, he examinado cuidadosamente su currículum y también comprobé que usted trabajara en las empresas que menciona y en todas me dan muy buenas referencias de usted, así que creo que es el candidato ideal para la vacante que tenemos en el área de ventas internacionales -dice el reclutador.

- Muchas gracias por la oportunidad, de verdad que no lo defraudaré -responde Sanabria.

- Sólo hay una cosa que no me agradó en su hoja clínica.

- Supongo que se refiere a mi tic nervioso que me hace guiñar el ojo derecho.

- Así es, usted podrá comprender que no podemos contratar a un vendedor que esté frecuentemente guiñando el ojo a los clientes; así el vendedor carece de seriedad -argumenta el empleador.

- Tiene razón, pero mi problema es muy sencillo de solucionar -dice el tipo.

- ¿SÍ? A ver, ¿cómo?

- Sencillo, tomándome un par de aspirinas.

- A ver, quiero ver -insiste el reclutador.

El candidato mete la mano a la bolsa de su pantalón y empieza a sacar paquete tras paquete de condones, hasta que halla el par de aspirinas. El sujeto se las toma y tras un par de minutos el ojo le deja de guiñar.

- Ya vio, ya vio, mi ojo ya no guiña -presume el vendedor.

- Muy bien... sin embargo, creo que acaba de aparecer una nueva dificultad para su contratación --dice el gerente de RH.

- ¿Cuál dificultad?

- Somos una empresa seria donde...

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