Ahogado de la risa

Dijo alguien alguna vez que, bien entrenado, el hombre podía llegar a ser el mejor amigo del perro...

Estaba Pepito hablando con su primo que era tartamudo:

-Aaay, ¿pero, por qué estas triste, primo?- preguntó Pepito.

- E-e-es que...yo te-te-nía... u-un perro que ha-ce cua-cua-cua...

-¡Pero los perros ladran, primo. No hacen "cua cua", así hacen los patos!

-...ha-ha-ce cua-cua-tro días que me-me lo robaron.

Un día una chica compró un perro y decidió llamarlo "Parafuera".

Un día muy lluvioso, ella salió al patio y gritó:

-¡Parafuera, para adentro!

Así que el perro llamó al manicomio con lágrimas en los ojos.

Julián y su esposa estaban conversando en una tarde de hueva, y su mujer le pregunta:

-¿Mi amor, a ti en qué animal te gustaría reencarnar?

- Bueno... nunca lo había pensado, pero creo que me gustaría ser un perro.

- ¡Ah, no: no se vale repetir!

Se acerca una niña bien latosa con su jefa y le dice:

-Oye, ma, ¿puedo sacar a la perrita a pasear?

-No hija - le responde ella - porque está en celo y le pueden hacer algo.

Pero la niña insistió tanto que su mamá dijo que sí, sólo que con la condición: ponerle a la perra gasolina en el lomo para evitar el olor y despistar a la perrada.

Hecho esto, la niña sale con la perrita y después de un rato regresa sola a su casa, y su mamá, alarmada, le pregunta:

-Oye, ¿y qué paso con la perra?

Y la niña responde:

-En la esquina se le acabó la gasolina, pero un perrito bien amable ya la está trayendo a empujones...

Había un sujeto y un perro a su lado. De pronto, pasa una mujer y le pregunta:

- Oiga, ¿su perro...

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