Ahogado de la risa

Dicen que el amor de prostituta es como el Tonayan en frasco: en la noche ¡qué rico!, y al despertar, ¡qué asco!

Un viejito triste y solitario decide buscar una prostituta para saciar sus instintos carnales.

Lamentablemente, en el momento cumbre del acto, al caballero no se le levanta el mástil.

Desesperado, le dice a la mujer que lo espere un momento y se mete al baño.

En la oscuridad, busca en el botiquín algo que le pueda solucionar el problema y encuentra una pequeña pomada, se la aplica en el miembro y siente que le devuelve el vigor juvenil.

El anciano vuelve a la cama y le hace el amor una, dos, tres, hasta cinco veces a la mujer, quien a su vez queda sorprendida con la pasión de su cliente.

Una vez terminado todo y después de pagarle sus servicios, el hombre regresa al baño a ver qué se había echado, enciende la luz, busca la pomada y llorando lee:

-Pomada para callos: endurece, seca, se pudre... ¡y se cae!

Una anciana pasa por una fila de prostitutas que están haciendo cola para el control médico y con mucha curiosidad le pregunta a la última de la cola:

-Hijita, ¿para qué es esta fila?

La sexoservidora la mira y burlándose le dice:

-Lo que pasa señora, es que ahí adelante están regalando caramelos.

La viejita, fanática de los dulces a pesar de su diabetes, se alegra y decide formarse. Cuando llega a la ventanilla, la enfermera muy asombrada le pregunta:

-Señora, ¿usted tan viejita y todavía...?

-Si hijita, viejita... ¡pero todavía chupo!

En el Ministerio Público, un policía que le está tomando su declaración a una mujer le pregunta:

-Entonces, ¿cuándo se dio cuenta usted que había sido violada?

A lo que responde la muchacha en un mar de lágrimas:

-Cuando en el banco me dijeron: ¡este cheque...

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