Ahogado de la risa

El chiste de hoy va por cuenta de nuestro lector Óscar López Castillo, quien es experto en eso de empinar... ¡el codo!

Un día un tipo entra a una cantina, se para frente a la barra y ahí se queda en espera de que le atiendan, mientras tanto un sujeto le pide al cantinero que le sirva un Oso Salvaje.

Entonces el cantinero de manera diligente toma un mezclador y le sirve un chorrito de diversas bebidas espirituosas como brandy, tequila, coñac, anís, mezcal, campari, crema de menta, de naranja, alcohol del 96, oporto, cañabar, charanda, mata ratas, pela ojos, salta pa'trás, pulque, tanguarniz, sotol, aguarrás, thinner, caña, estafiate, torito de Mandinga, mosquito de Puebla...

El cantinero agita la poderosa mezcla y sirve la bebida en un vaso grande, la cual el cliente bebe de un sólo golpe, sin pestañear siquiera. Apenas termina el trago y el hombre comienza a contraerse y a hacer caras como si abandonara este mundo cruel, para terminar con un fuerte sacudimiento. Luego se levanta, se acomoda el saco, se aclara la voz, paga y se marcha.

Al otro día coinciden ambos sujetos en el bar. El valiente bebedor vuelve a pedir su Oso Salvaje, entonces el diligente barman se lo prepara con esas bebidas espirituosas ya descritas, lo agita en el mezclador, lo sirve en el vaso juguero, el sujeto se lo toma de un sólo golpe, sin siquiera tomar aire, ya terminado comienza a engarrotarse y a hacer gesticulaciones, se contrae, termina con un fuerte sacudimiento, recupera el aire, se levanta, se acomoda el traje...

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