Ahogado de la risa

No es que yo quiera presumir, pero presumo de viajar en puro Metro...

Una tarde, el elefante y su amigo el ratón caminaban por la selva sosteniendo una animada charla. Estaban tan distraídos en la plática que el elefante no vio las arenas movedizas y cayó en ellas.

Comenzó a dar alaridos

-¡Amigo ratón, ayúdame! ¡Ayúdame por favor!

El ratoncito se desesperó, no sabía qué hacer... pero, de pronto, una magnífica idea llegó a su cabeza...

-¡Espérame amigo elefante, ahorita regreso!

El ratoncito corrió como loco hasta su casa y sacó del garaje su Audi R8 Spyder. Rápidamente regresó a las arenas movedizas y amarró la cola del elefante a la defensa del Audi, se subió, puso primera y arrancó con delicadeza.

Después de un par de intentos, logró sacar a su amigo de las arenas.

Todo fue júbilo y fiesta. El elefante reconoció que no existía nadie más ingenioso que su mejor amigo el ratón.

-Amigo ratón -dijo el elefante-, ¡eres lo mejor del mundo!

Un año después, caminando de nuevo por la selva en animada charla, fue el ratón quien cayó en las arenas movedizas.

Sus alaridos se escucharon por toda la jungla...

-¡Ayúdame amigo elefante! ¡Ayúdame!

El elefante no sabía qué hacer, pensaba y pensaba y nada se le ocurría.

-¡Ayúdame amigo elefante! -gritaba el ratón-. ¡Acuérdate que hace un año yo te saqué de aquí!

De golpe, una idea brillante se le ocurrió al enorme elefante...

Sacó su enorme maquinaria sexual y la depositó sobre las arenas...

-¡Agárrate amigo ratón! -gritó el paquidermo- ¡agárrate fuerte de él y yo te saco!

Con un enorme esfuerzo, el ratoncito logró aferrarse al asunto del elefante, éste retrocedió y logró sacar a su amigo.

Ambos se abrazaron emotivamente y saltaron de júbilo.

Moralej...

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