Ahogado de la risa

Un sujeto entra a la oficina del doctor, sospechando que, en su estómago, tenía una gran solitaria haciendo de las suyas. Después de hacerle un chequeo general y escuchar los síntomas que tenía el paciente, el doctor le indica que, en efecto, tenía una lombriz en la panza.

- Quiero que venga mañana a iniciar el tratamiento- le dice el doctor- traiga un plátano y una galleta.

Extrañado por la petición, el paciente cumple y regresa al día siguiente con un plátano y una galleta.

- Muy bien- le dice el doctor- ahora bájese los pantalones e inclínese sobre el escritorio... esto le va a doler un poco.

Todavía sorprendido por el giro que tomaba la situación, el paciente obedece. El doctor pela el plátano y, con un rápido movimiento, se lo deja ir por donde nunca brilla el sol. Mientras el doctor consultaba su reloj, nuestro héroe bailaba de dolor por todo el consultorio maldiciendo al médico.

- Bien- dice el especialista- ya pasó un minuto y tenemos que seguir con la segunda parte del tratamiento... digo, si es que en verdad quiere deshacerse de esa solitaria.

A pesar del dolor, el paciente quería ser curado así es que obedeció cuando el doctor le ordenó que se inclinara nuevamente sobre el escritorio. El médico tomó entonces la galleta y rápidamente la introdujo por el mismo camino que había seguido el plátano.

- Bien- dice el médico- mañana quiero verlo aquí a la misma hora y traiga otro plátano y otra galleta.

El humillado paciente, con lágrimas de dolor en los ojos, sólo asintió.

Al día siguiente, la rutina se repitió. Primero el doctor le metió el plátano por ya saben dónde, esperó un minuto exacto y le dejó ir la galleta.

La rutina se repitió al día siguiente, y al siguiente y al siguiente...

Todos los días, primero le metía el plátano, esperaba un minuto y después introducía la galleta.

Luego de un mes de tratamiento, el doctor anunció triunfal que mañana era el último día.

- Recuerde- dice al paciente- mañana es el último día y para ello quiero que traiga un plátano y un martillo.

- ¿Galleta... no?- pregunta el asustado...

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