Ahogado de la risa

Ahí tienen que una mañana el Papa despierta en su alcoba y, para su sorpresa, descubre que tenía una potentísima erección. Perplejo, manda llamar a su médico personal.

- Doctor- le dice- esto no puede ser posible... ¡soy el Papa! ¡no me había ocurrido esto en 50 años..!

- No tiene por qué alarmarse- le dice el médico- esto es un fenómeno natural en todos los hombres y, como usted es hombre, tarde o temprano le iba a suceder.

- ¡Pero tienes que hacer algo!- exclama el Papa- ¡tengo que dar misa en una hora y no puedo salir así..!

- Mire- dice el médico- hay dos opciones, puedo administrarle una dolorosa inyección en el pene que hará que el problema desaparezca, y además de que le dolerá horrores, lo hará sentirse enfermo durante horas... o... usted podría ir tranquilamente al baño y... aliviarse a usted mismo.

Por temor a la inyección, el Papa escoge la segunda opción.

Para su desgracia, un paparazzi, de esos fotógrafos que se dedican a cazar celebridades, había entrado al recinto papal y, justo cuando el religiosos estaba jalándole el pescuezo al ganso con intensidad, el reportero gráfico salió de entre unas cortinas y comenzó a disparar su cámara.

De inmediato, el Papa llama al cuerpo de seguridad cuyos elementos someten de inmediato al fotógrafo y lo comienzan a golpear salvajemente.

- ¡Oigan..!- grita el fotógrafo- ¡creía que era una organización cristiana... ¿qué pedo con el perdón a los pecadores?!

Tras reflexionar un poco, el Papa pide a sus guardias cesar la madriza.

- Tienes razón, hijo mío- le dice al fotógrafo- te vamos a liberar. Desafortunadamente no te vamos a regresar tu cámara...

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