Ahogado de larisa

AutorPez Globo

Mis padres fueron tan chingones al criarme que fui el único bebé capaz de cambiarse sólo los pañales a los ocho meses.

Estaba un papá viendo desde lejos su hijo que, sentado de espaldas estaba bien calladito, como nunca, jugando con algo. El papá, sin asomarse a ver, le dice al chiquillo:

-Oye, Juanito, ¿con qué andas jugando que estás tan tranquilo?

-Pues ando jugando con lo que me sale de los huevos.

El papá bien enojado, se acerca donde el niño y le suelta un cachetadón, por majadero. El chiquillo sale corriendo hacia donde está su mamá y le dice entre lágrimas:

-¡Mamááá: ya nunca quiero que me compres huevos kinder!

El chico se preparaba para pedir la mano de su novia:

-Oiga, mamá: ¿sabes más o menos cuánto cuesta casarse?

-Uuuy no, hijo, pero cuesta mucho, eh. Mira que yo todavía estoy pagando.

Una niña que volvía de la primaria llegó apresurada a casa, sonrisa en rostro.

-¿Cómo te fue en la escuela, hija? -le preguntó el papá.

-Muy bien, como nunca. Es que yo soy muy inteligente... oye, papá ¿de quién crees que heredé la inteligencia?

-Mmmh, pues yo creo que de tu mamá, eh, porque yo todavía conservo la mía.

-¡Nooo mamááá, hoy no quiero ir a la escuela! Primero, porque tengo mucho pero mucho sueño; segundo, porque estoy recansado y tercero porque nadie en la escuela me respeta: ¡todos se ríen de mí!

-Roberto, no chingues, ya levántate que te tienes que ir: primero, porque a la escuela no debes faltar; segundo, porque es tu responsabilidad asistir a la escuela y tercero, ¡porque...

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