'Ahí no puede ni el Dalai Lama'

AutorDiego Enrique Osorno

Enviado

SANTA FE, NUEVO MÉXICO.- Sentados en posición de flor de loto, casi 100 budistas del Centro Zen Upaya, recibieron por la noche a familiares de víctimas de la guerra contra el narco en México, entre montañas de Nuevo México.

Antes de entrar al monasterio enclavado en las colinas de las afueras de la ciudad, Javier Sicilia se quitó las toscas botas de montaña con las que camina el suelo de Estados Unidos. Los otros cuatros integrantes del Movimiento por la Paz que lo acompañaron en representación de los más de 70 que forman parte de la Caravana, también se descalzaron.

Una lluvia intensa se desató afuera, cuando Joan Halifax les dio la bienvenida y les dijo que estaban listos para escuchar sus historias. Halifax es una maestra budista que antes de fundar el Monasterio Zen de Santa Fe, entre otros proyectos, trabajó en un Centro de Investigación Psquiátrica de Maryland, asistiendo a enfermos terminales de cáncer con ayuda de drogas psicodélicas como el LSD.

Después de que Sicilia dio su mensaje, los budistas le dieron la palabra a Rosa Elena Pérez, quien empezó a contar que su hija, una joven edecán llamada Guadalupe Coral, había sido desaparecida en 2011, mientras viajaba con cinco amigas por la carretera entre Reynosa y Monterrey. A los tres minutos de hablar, Rosa Elena empezó a llorar y pidió perdón por no poder continuar con su relato.

Otro integrante del Movimiento por la Paz, Arturo Malvido, contó en perfecto inglés la forma en que su hermano fue asesinado por defender causas ecologistas.

El siguiente fue Rafael Trujillo.

"Bueno, lo que quiero decirles es que el destino, o la delincuencia, no sé cuál de las dos, mató a mis hermanos".

"Luego, a los dos años de eso, me desaparecieron a mis otros dos hermanos...

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