Agustín F. Cuenca, poeta erótico

AutorAndrés Henestrosa
Páginas409-410
ricos, en tanto que otros son muy pobres. El poeta no puede más y exclama:
“¡Ah! Hasta en el cementerio existe la desigualdad en el exterior, y sólo el
polvo y los gusanos los nivela a todos!”
Por este tiempo –mediados de 1868– aparece el libro de Gallardo Leyendas
y romances. Ensayos poéti cos y tal vez, Leyendas íntim as, pues Felipe S. Gutiérrez
al señalar en su libro el acontecimiento, no consigna título alguno. En julio de
ese año, el pintor y el poeta se separan: el uno se embarca para Nueva York,
rumbo a Europa, y el otro se queda en San Francisco, enfermo de tristeza. No
se volvieron a ver y el adiós del muelle, fue el último: al año siguiente murió
Aurelio Luis Gallardo, poeta olvidado, más por la pereza de los que se ocupan
de nuestra vida literaria que por la calidad de sus versos.
29 de julio de 1956
Agustín F. Cuenca, poeta erótico
Entre los pocos trabajos –pocos, si se compara con sus otros escritos– que
Manuel Toussaint nos dejó sobre la literatura nacional, destaca el que dedicó a
Agustín F. Cuenca y a su obra poética. La inspiración central de ese estudio se
encuentra en el Anuario publicado por Juan de Dios Peza en 1378, en el que, al
referirse a ese poeta señala, el primero, algunas de las modalidades que Cuen-
ca aporta a la poesía mexicana. Como Pedro Henríquez Ureña con el atisbo
de Vicente Riva Palacio, referido a las características del alma mexicana, las
conociera o no, Toussaint amplió dándoles fundamento a las reflexiones de
Peza en torno a Agustín F. Cuenca. Precisó los valores de su poesía, caracteri-
zándola como aquella en que por primera vez se descubrían elementos nuevos
en la lírica mexicana. “Su obra –dijo– hasta cuando ataca problemas sociales o
filosóficos reviste una dialéctica de discreción, cual si temiera salirse de tono.
En él, en Cuenca, por influjo de lecturas francesas, aparecen algunos de los
elementos que van a caracterizar más tarde los poemas de Manuel Gutiérrez
Nájera. Lo prefiere a Manuel Acuña, a José María Bustillos, a Manuel M.
Flores. Era Agustín F. Cuenca un poeta erótico, cuyo erotismo no carecía de
distinción, que no gustaba desorbitarse, con aquellos arranques pasionales a
que tan afecto era su contemporáneo Manuel M. Flores. Ideas éstas que lue-
go transcribieron, casi al pie de la letra, otros autores, señaladamente Carlos
AÑO 1956
ALACE NA DE MINUCI AS 409

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR