Agradece Mariel el milagro de vivir

AutorJessica Castañeda

Con sólo unos meses de nacida, a Mariel no le daban muchas probabilidades de vivir, mucho menos de festejar hoy sus 15 años.

Desde pequeña soñaba con su fiesta al mismo tiempo que se aferraba a la vida.

"Yo ya quería mi fiesta desde que tenía como 8 años, cada año decía, ya faltan 10 años, faltan 5 años, ya falta menos, y cuando ya faltaba un año, (dije) ya tengo que ver las cosas y estoy muy emocionada", cuenta desde su casa en Santa Catarina, que acaba de ser pintada pues el huracán "Alex" la inundó con más de un metro de altura de agua.

"Ya lo estoy esperando por mucho tiempo, Gracias a Dios que fue un milagro, porque ha habido otros casos que no se han podido salvar y yo fui de las que me pude salvar y estaba más grave que los otros", dice la ahora joven de larga cabellera oscura.

Mariel Alessandra Castruita García es una sobreviviente. En julio de 1997 EL NORTE publicó por vez primera su caso: la pequeña, entonces de un año y 11 meses, necesitaba un trasplante de hígado, cuyo costo era de 250 mil dólares.

La niña tenía cirrosis hepática producida por una atresia de vías biliares, es decir, una deficiente formación de los conductos que descargan la bilis desde el intestino hasta el hígado, que ocasiona que esta sustancia tóxica destruya el órgano poco a poco.

Monterrey reaccionó al llamado de auxilio de la bebé que dio a conocer su caso durante las campañas electorales como "Candidata a un trasplante de hígado".

En una batalla contra el tiempo, pues la niña tenía sólo un año para poder recibir el trasplante que le salvara la vida, la generosidad de la comunidad hizo la diferencia. Apoyó con donativos, corridas de toros, conciertos, rifas y boteos y logró el milagro.

Mariel y su mamá, María Elena, viajaron al Jackson Memorial Hospital de Miami para que la niña recibiera un primer trasplante de hígado, en abril de 1998, pero recayó.

Tuvo que ser tratada por linfoma en el colon, que apareció tras la primera cirugía. En agosto de 1999 recibió otro hígado.

Por eso, todos los días para ella son pequeños capítulos de una permanente lucha por seguir viviendo, aunque la joven no lo recuerda muy bien y hasta hace poco ni siquiera se cuestionaba su situación como algo fuera de lo común.

Siete vidas para ayudar

Maria Elena cuenta que Mariel no recordaba sus largas estancias en el hospital, los catéteres que dejaron cicatrices en su pecho, los tratamientos y las prolongadas esperas.

"De lo que me ha contado mi mamá no puedo creer que ya casi me...

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