Agenda Ciudadana/ México y Cuba, la cuenta larga

AutorLorenzo Meyer

Siempre un triángulo

La tensión que hoy envuelve a las relaciones oficiales entre Cuba y México ha sido comentada ad nauseam a raíz de la precipitada salida del presidente cubano, el comandante Fidel Castro, de la cumbre sobre financiamiento del desarrollo celebrada en marzo en Monterrey y las posteriores acusaciones contra el canciller mexicano presentadas por los medios cubanos. Para darle un giro diferente al análisis y poner en perspectiva el estado actual de la relación entre los gobiernos de los dos países, conviene hacer un rápido recorrido por la historia y descubrir que esa relación bilateral, en sus momentos cumbre, casi siempre se explica por las acciones en la isla caribeña de un tercero que afecta a México, sea éste España, Inglaterra, Estados Unidos o la antigua Unión Soviética.

El largo principio colonial

Los españoles que llevaron a cabo la conquista de lo que hoy es México, llegaron de Cuba; ésa era su base de operaciones y luego punto obligado de la comunicación entre España y la Nueva España y, por ello un centro comercial importante que incluía, obviamente, el contrabando. La posición estratégica de la isla caribeña -llave del mediterráneo americano- le llevó a ser el puerto de abrigo y protección de la flota que sacaba los metales preciosos de México; el costo de la administración de Cuba, como también de las Filipinas, se pagaba con la plata producida en las minas mexicanas.

La posición estratégica de Cuba pronto despertó el interés de las otras potencias navales europeas -Inglaterra, Francia y Holanda-, interés que se materializó en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando Inglaterra ocupó La Habana por más de un año e hizo evidente el peligro que eso implicaba para el cercano puerto mexicano de Veracruz, puerta insustituible e indispensable de entrada y de salida de la Nueva España. Fue la amenaza inglesa la que obligó a reconstruir el islote de San Juan de Ulúa en Veracruz hasta convertirlo en la gran fortaleza que fue y también fue lo que inició la formación de un Ejército mexicano propiamente dicho.

La independencia mexicana significó el fin de la dependencia política y económica de Cuba respecto de la Nueva España -el azúcar sería el sustituto-, pero de ninguna manera el fin de la preocupación mexicana por el uso que España pudiera hacer de la isla para llevar a cabo la reconquista de lo que el rey Fernando VII consideraba una provincia rebelde, es decir, México. La permanencia de tropas españolas en San Juan de Ulúa con apoyo del Gobernador General español de Cuba hasta noviembre de 1825, fue un enorme problema para el México recién independizado. Por eso, no es de extrañar que agentes...

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