AGENDA CIUDADANA / Ejercicios del poder, un ejemplo histórico

AutorLorenzo Meyer

LA COYUNTURA

La combinación de fin de sexenio con el inicio de la gran lucha electoral del 2012 y las declaraciones de Elba Esther Gordillo -líder del SNTE- sobre sus alianzas políticas han puesto sobre la mesa de la discusión la relación entre el gobierno y los grandes poderes fácticos.

SI ELLOS NO PUDIERON, MENOS EL RESTO

En un libro que acaba de salir, John Norwich emplea un enfoque político interesante: abordar la historia de los papas desde la perspectiva del ejercicio del poder político. La obra puede verse como una especie de experimento político, pues a lo largo de dos milenios se someten a examen las acciones de personajes que, en principio, estaban particularmente obligados a seguir una conducta ejemplar. El resultado es que tan peculiares gobernantes no pudieron combinar satisfactoriamente ética y poder. Y mientras algunos se ganaron el calificativo de monstruos, otros lo tuvieron de corruptos, ineptos o mediocres. Pocos se salvan: León I, Benedicto IV y unos cuantos más (Absolute monarchs. A history of the Papacy [Nueva York: Random House, 2011]). En suma, si de los más de dos centenares y medio de obispos de Roma apenas un puñado parece haber podido combinar bien el papel de hombres de poder político con su ética, ¿qué se puede esperar del resto de los gobernantes? Y sin embargo y pese a lo corrupto que ha sido y es el mundo de la política, de tarde en tarde surge alguien que se esfuerza y logra combinar el realismo con la utopía, la astucia para maniobrar con el sentido de responsabilidad histórica, la fuerza del Estado -la violencia- con la moderación, y por eso se gana un lugar entre los grandes de su época. En el siglo XX mexicano, un ejemplo de lo anterior fue el general y presidente Lázaro Cárdenas.

NATURALEZA DE LA ÉPOCA

Aún se respiraba en la política mexicana el olor a la pólvora de la revolución cuando Lázaro Cárdenas asumió la dirección del país. La política de entonces era con frecuencia, brutal, arbitraria, corrupta, vulgar y cínica, como lo muestra la autobiografía de un político de la época: Gonzalo N. Santos, legislador federal entre 1924 y 1940 y hombre fuerte de San Luis Potosí a partir de su arribo a la gubernatura en 1943 (Memorias, Grijalbo, 1986). Sin embargo, también había lugar para una propuesta política dominada por consideraciones éticas y estéticas: la que intentó José Vasconcelos antes de ver destruido su empeño por ganar la Presidencia en 1929. Santos y Vasconcelos son casos extremos y...

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